Horrorland es una inusual propuesta del cine sueco que no suele sobresalir por sus incursiones en el slasher de terror.

El director Simon Sandquist ofrece un film que podría tener una recepción más positiva en los chicos pre-adolescentes que recién empiezan a explorar el género.

El target generacional que nunca vio alguna entrega de Scream, Martes 13 o Halloween podrá encontrar algún elemento atractivo.

De todos modos antes de desperdiciar un centavo en esta bazofia les recomendaría a los más chicos que buscarán los clásicos y en especial una película que mencionaré al final de la reseña.

Horrorland no ofrece nada interesante.

Una vez más nos encontramos con un director incompetente que apela a un catálogo de lugares comunes para construir un cuento de horror chapucero que no asusta a nadie y se limita a explotar el recurso de los jumpscares predecibles.

El resultado es un pseudo  slasher que presenta un pánico notable a la hora de retratar situaciones de violencia.

En la trama unos adolescentes ganan un sorteo para visitar las instalaciones de un parque de atracciones durante la noche de Halloween  y terminan acechados por un psicópata.

El aspecto más decepcionante de Horrorland es que fue filmada en el parque de atracciones de Liseberg, en Gotemburgo, que sobresale entre los más grandes de Europa.

El director tenía un escenario alucinante, que prácticamente no había que tocarlo desde el diseño de producción, para crear ambientaciones tétricas y lo desperdicia con un trabajo insulso que carece de ideas creativas.

El villano es aburrido y sumado al hecho que el film fracasa por completo a la hora de elaborar situaciones decentes de suspenso cuesta bastante encontrar alguna  cualidad artística en la labor del realizador sueco.

Antes de desperdiciar una entrada de cine en este bodrio recomiendo buscar The Funhouse (1980) un slasher  subestimado de Tobe Hooper, con los efectos maquillaje de Rick Baker, que desarrolla una premisa similar a  través de un espectáculo más divertido.