Que linda sensación cuando nos encontramos con una película que nos habla directamente. 

Un film que cuenta una historia de amor que tal vez diste mucho de la experiencia propia, pero aún así te haga sentir parte y te identifique.

Hemos visto, leído y escuchado mucho sobre el “primer amor”. Podría ser un género en sí mismo tanto en literatura, cine o música.

Vidas pasadas no mete de lleno en eso y el “post primer amor”, donde conviven el reencuentro propio de la tecnología del Siglo XXI con el famoso “What if?” o sea “¿Qué hubiese pasado?”.

Además, tenemos un choque de mundos y de culturas.

Todo mediante un ritmo bastante pausado y contemplativo. Lejos del frenesí hollywoodense.

Así es el planteo de la directora Celine Song, quien posee un estilo similar al de Sofía Coppola o, por lo menos, lo emula en esta cinta.

Greta Lee es la gran protagonista. Su desarraigo y anclaje en el personaje de Teo Yoo es de lo más lindo que hemos visto en materia de amor en los últimos tiempos.

Porque hablamos de una historia de amor diferente, abordada desde otro lugar.

Los diálogos son tan ricos y tan bien pensados que te dejan reculando.

Además de un setting que siempre garpa: la caminata por New York.

Vidas pasadas es una hermosa película, una nominada al Oscar con todas las letras.