Deadpool & Wolverine no rescata a la franquicia Marvel del estancamiento creativo que arrastra desde hace años pero ofrece un espectáculo pasable que te saca un par de risas gracias a un tratamiento efectivo de la comedia.

La propuesta está dirigida al fandom online que sigue con pasión las últimas noticias del género, análisis detallados de trailers  y teorías especulativas de los explicadores seriales de You Tube.

Para el espectador casual que no le presta atención a estas cuestiones la experiencia por momentos podría resultar algo confusa en algunos pasajes, ya que la trama cuenta con referencias y cameos de personajes que demandan una mínima información previa para entender los chistes.

La trama tiene la finalidad de introducir a Deadpool en el MCU y también le da una despedida nostálgica a lo que fue el ciclo de películas de superhéroes del estudio Fox en la primera década de este siglo.

Entre los aspectos positivos sobresale la labor de Hugh Jackman quien tuvo la oportunidad de trabajar matices de la personalidad de Logan, más cercanos al cómic y la serie animada de los ´90, que no pudimos ver en la saga X-Men gestada por Bryan Singer.

El actor australiano cuenta con muy buenos momentos a lo largo del film y levanta el contenido gracias a la química que tiene con Ryan Reynolds.

La dupla que conforman es muy efectiva y está para seguir más allá de este género.

En el caso de Deadpool el ratón Mickey le soltó la correa al personaje para que se exprese con su habitual verborragia y le tire un par palos consensuados al estudio y la franquicia Marvel.

Al menos no terminó domesticado por los códigos morales de la compañía.

En esta oportunidad el director David Leitch (The Fall Guy) fue reemplazado por Shawn Levy (Noche en el museo) quien más que una película ofrece un compilado de memes de internet centrado en el fan service.

La paradoja de esta cuestión es que su obra de alguna manera termina salvada por ese contenido, ya que sin los cameos de celebridades y los chistes meta todo lo que queda es otro conflicto cósmico trillado que se relaciona con las realidades alternativas del Multiverso, un concepto que pide a gritos el descanso eterno.

Pese a que esta producción cuenta con cinco guionistas el argumento desarrolla ideas similares a la que vimos hace poco en Flash y Doctor Strange 2  y en este aspecto el film resulta bastante perezoso y decepcionante.

En lo referido a los campos técnicos la nueva entrega de Deadpool es la menos inspirada de la trilogía.

Las secuencias de acción son pobres y genéricas e intentan tapar con el gore las limitaciones de Levy a la hora de crear situaciones emocionantes con los personajes. 

La puesta en escena también se siente más artificial que en los filmes previos con varios escenarios recreados en CGI donde se nota de manera burda que los actores se desenvuelven frente a una pantalla de croma.

Ahora a quienes no les interesan estas cuestiones y se conforman con los cameos y el humor de Reynolds el espectáculo de Deadpool y Wolverine al menos resulta entretenido.

No obstante, creo que una vez que pase la novedad del estreno esta película no quedará en el recuerdo entre los títulos destacados de Marvel más allá de aportar gifs divertidos en los teléfonos celulares.

Deadpool & Wolverine llevan al extremo lo que se hizo en las entregas anteriores, pero en un contexto en el cual el género de películas de superhéroes está medio por el piso (algo que incluso se menciona en el film).

Lo que me ocurre con esta película es que, si la tengo que describir o recomendar en una sola línea voy a hablar muy bien de ella, pero cuanto más me extiendo, mi apreciación decrece.

Esto se debe a que sus aciertos e identidad son también sus grandes falencias.

El film se basa prácticamente en sus cameos y en el multiverso y si le sacás eso queda vacía.

Eso no quiere decir que le saque el mérito a algunos chistes geniales que poseen y que me hicieron dolor los cachetes de tanto reírme y preguntarme “¿Cómo es que Disney aprobó eso?”.

Así como también aplaudo todo lo “meta” y que aquí está explotado al extremo con un par de suspicacias geniales además de lo chabacano.

Pero para que una película sea buena, además de ciertas genialidades tiene que tener un buen guión y aquí eso no sucede.

Y la regla de oro para que una película de superhéroes sea buena es que el villano esté a la altura y eso aquí tampoco pasa,

Pero al mismo tiempo me peleo conmigo mismo y pienso: “La gente, sobre todo los fans, no están yendo a ver eso ni a hacer ese análisis. Están yendo a ver a Deadpool junto con Wolverine”.

Y ahí es donde aplaudo a Hugh Jackman por interpretar hace 24 años a este personaje de manera magistral.

Y aquí lo hace con matices de comedia,

La química con Ryan Reynolds traspasa la pantalla. Se nota su amistad en la vida real y se nota que se rieron mucho haciendo esto.

Y ahí está todo. Enmarcado en una de las mejores bandas de sonido que el género ha brindado.

Sí, los cameos están muy bien y sorprenden (algunos mucho). Sí, las referencias a los comics son bien hardcore. Y sí, la acción es extrema.

Pero al mismo tiempo me da la sensación de que Reynolds (quien también es productor y co-guionista) se “embriagó” de poder junto al director Shawn Levy.

El resultado es una película que cumple, pero que luego de que baje la espuma de los cameos y que los chistes dejen de tener gracia, quedará un poco “desnuda”.

Pero mientras tanto, Deadpool y Wolverine es una fiesta comiquera. Una celebración al legado de FOX y un hito en el cine de superhéroes.