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La inolvidable interpretación de Rami Malek y las poderosas canciones de Queen levantan por completo una biografía de manual insípida que tenía el potencial de brindar una película grandiosa.
Resulta una macabra paradoja que una banda que pasó a la historia por romper muchísimos convencionalismos en el rock termine retratada en Hollywood como una agrupación tan genérica como la que se presenta en esta obra de Bryan Singer.
Nadie podrá negar que el espectáculo funciona.
Si lo único que importa es disfrutar de los temas clásicos del grupo en una pantalla de cine a todo volumen, como una especie de Mamma Mia de Queen, este estreno va a satisfacer a mucha gente.
La película es muy entretenida, cuenta con un gran reparto, funcionan todos los chistes y las escenas musicales tienen una reconstrucción impecable. Ninguno de esos puntos están en discusión.
Malek ofrece una labor extraordinaria y logra transformarse en Freddie Mercury de un modo similar a lo que hizo Jamie Foxx con Ray Charles.
Sin embargo, en este caso el artista lleva su interpretación a otro nivel cuando consigue capturar la energía arrolladora del cantante arriba de un escenario, sin que se vea como una burda imitación. Si hay un motivo para recomendar este film es la labor de su protagonista.
Otro punto a favor donde sobresale esta producción es la brillante puesta en escena que presenta en la reconstrucción de las secuencias musicales y los diversos períodos de tiempo que trabaja.
Cada integrante del reparto tiene un notable parecido físico con la persona real que encarna y en general desde los aspectos visuales no se le puede objetar nada.
Ahora como propuesta cinematográfica, dentro del género de la biografía, Rapsodia Bohemia deja un sabor agridulce y se queda a mitad de camino.
La obra de Singer retrata la historia de Queen y su líder con un enfoque muy superficial donde se manifiesta una extrema indulgencia hacia los artistas.
Todo se desarrolla de un modo acelerado (en especial el primer acto relacionado con el origen del grupo) y el film no llega a profundizar en ninguno de los conflictos que presenta.
Hay alusiones a la soledad, la identidad sexual y excesos de Freddie Mercury pero son cuestiones que se abordan superficialmente sin demasiado compromiso, como un mundano melodrama hollywoodense.
El resto de los integrantes tienen un rol limitado y Brian May prácticamente es el Arcángel Miguel.
En Rapsodia Bohemia se percibe por parte de los realizadores un pánico absoluto por retratar los aspectos más oscuros de la banda y en especial de la vida de Freddie, como si esto luego pudiera tener una repercusión negativa en las reproducciones de Spotify.
En consecuencia, la película fusiona un collage de grandes éxitos de Queen con la biografía aséptica del cantante.
Salvo por la potencia de las secuencias musicales no es tan diferente a cualquier film de televisión que abordó estos temas en el pasado.
En este punto es donde Rapsodia Bohemia presenta una gran debilidad, ya que carece de esa introspección y honestidad que tuvieron otras películas superiores como Johnny y June (la historia de Johnny Cash) o Ray, estrenadas en los últimos años.
Por el contrario, esta producción distorsiona la historia de Mercury, especialmente en lo referido a su enfermedad, con el único fin de construir un final melodramático.
Los productores buscan hacer llorar al espectador a toda costa y lo logran sin problemas por la manera en que manipulan los personajes y la historia.
A Mercury le diagnosticaron el HIV dos años después del concierto del Live Aid y en el film se establece que la frágil salud del artista fue el impulso principal para que Queen apareciera en ese escenario, ya que el cantante sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida.
Un disparate absurdo que supuestamente hay que pasar por alto porque Radio Ga Ga suena bien en la pantalla grande.
Nadie esperaba ver un documental pero si una película que presente un retrato más auténtico de los artistas.
Si hubo un mensaje inspirador que dejó Mercury fue la integridad y valentía con la que peleó hasta último momento su enfermedad.
Freddie cantó literalmente hasta que no se pudo sostener en pie y esos trabajos dieron origen al álbum Made in Heaven, en 1995.
Todo eso ni siquiera se le reconoce en este film porque su destino final se resume con la gélida frase de los créditos finales: “Freddie Mercury murió de neumonía el 24 de noviembre de 1991”.
Listo. Eso fue todo. Ya aplaudiste We Will Rock You en el cine, ahora volvé a tu casa y dale play a la banda de sonido.
Esto no significa que la secuencia final en el Live Aid, con los espectadores digitales, no sea espectacular y emocionante pero la historia real daba material para brindar un film mucho más profundo.
A no confundirse, Rapsodia Bohemia no es para nada una mala película, simplemente no está a la altura del trabajo que presenta su protagonista y la jerarquía de Queen en el mundo de la música