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The Master es otra gran oportunidad para disfrutar de ese gran actorazo que es Joaquin Phoenix, aunque como película de Paul Thomas Anderson (Boogie Nights, Magnolia) resulte decepcionante.
El inconveniente de esta producción es que Anderson no tuvo las pelotas suficientes para jugarse y trabajar el tema de las sectas y los falsos maestros espirituales como corresponde.
La trama tiene que ver con un soldado, con problemas psicológicos y adicto al alcohol, que al finalizar la Segunda Guerra Mundial tiene inconvenientes para encontrar un rumbo en su vida.
Un día entonces se topa con los miembros de un culto conocido como “La Causa”.
Esta agrupación de farsantes, como tantas de las que existen en la vida real, está claramente inspirada en la secta de la Cienciología, que en Estados Unidos tiene entre sus adeptos a varios famosos como Tom Cruise y John Travolta.
Inclusive el personaje de Philip Seymour Hoffman estuvo claramente inspirado en el fundador de ese grupo, L. Ron Hubbard.
The Master retrata en un punto lo que fue el surgimiento de este culto, que tiene su oficina en Buenos Aires, y empezó a cobrar fuerza en Estados Unidos a principio de los años ´50.
Lamentablemente Anderson no explora en profundidad estos temas y termina por desaprovechar una cuestión que daba para mucho más.
Nunca se llega a desarrollar la manera en que opera La Causa o la historia de su líder y tampoco queda muy en claro cuales son sus actividades y el mensaje que propaga.
En un punto The Master es un film cuya narración está a la deriva durante más de dos horas y se nota que el director no supo que hacer con estos temas y mucho menos con los personajes.
Tomemos el caso de Amy Adams, cuya nominación al Oscar es absolutamente incomprensible. Una gran actriz que acá brinda una trabajo olvidable.
Algunos indicios nos muestran que su personaje es una especie de Lady McBeth, quien tiene una gran influencia sobre “el Maestro”, pero es un aspecto interesante de la trama que tampoco llega a ser explorado y así sucede lo mismo con muchas cuestiones argumentales.
El film se hace largo debido a la enorme cantidad de escenas irrelevantes que tiene la historia, como por ejemplo, la excursión en moto que hacen los protagonistas al desierto que no aporta nada.
Tal vez los feligreses de la crítica pseudo-intelectual (que piensan que hacen reseñas profundas porque usan oraciones largas) encuentren explicaciones filosóficas y metafísicas a ese tipo de momentos que se me están escapando. No lo sé.
Me quedó la sensación que el tema de las sectas y la manipulación que tienen estos grupos sobre las personas que atraen fue trabajado en este film con un esnobismo escalofriante.
The Master logra ser un poco más llevadera gracias al trabajo de Phoenix que es un placer de disfrutar por la manera en que compone a sus personajes.
Acá da una clase de actuación donde utiliza su voz y la expresión corporal para crear al perturbado Freddy Quell.
Varias escenas que comparte con Philip Seymour Hoffman son geniales y por momentos parece que estamos ante una gran película que nunca se termina de desarrollar.
Paul Thomas Anderson es un excelente director y desde los aspectos visuales este film es impecable y tiene el nivel que solemos encontrar en sus producciones.
Sin embargo, la debilidad de The Master pasa por su guión, cuya complejidad reside más en su torpeza al tratar el tema que aborda, que por la profundidad real que tiene el conflicto.
Tampoco es una mala película, pero no va quedar en el recuerdo como uno de los trabajos esenciales de este realizador.