Una interesante producción inglesa inspirada en la vida de la Primera Dama del Champagne, Barbe-Nicole Ponsardin Clicquot.

Una joven de 27 años que en 1805 heredó el negocio de vinos espumosos de su marido y lo convirtió en un imperio comercial internacional en tiempos donde una mujer no podía trabajar ni acceder a una cuenta bancaria.

La trama detrás de la famosa botella de la etiqueta amarilla es apasionante pero el film de Thomas Napper no le termina de hacer justicia debido a su corta duración de 89 minutos que impide desarrollar esta biografía con una mayor profundidad.

El concepto de retratar el caso de la viuda Clicquot como un emblema del empoderamiento femenino es noble y la historia real está plagada de curiosidades increíbles dignas de un culebrón hollywoodense.

Sin embargo el director opta por elaborar una biopic edulcorada más interesada en el melodrama romántico de época que en las realidades sociales y económicas que tuvieron como contexto la hazaña empresarial de una mujer que revolucionó la producción del champagne.

Pese a todo Haley Bennett, la figura más destacada del reparto, consigue retratar la capacidad de liderazgo de Barbe y su tenacidad para abrirse camino en una industria dominada por hombres.

Una actriz muy interesante que hasta el momento construyó su carrera en el circuito independiente y cada tanto aparece en producciones más comerciales, por lo general en roles secundarios, como The Equalizer, la remake de Los siete magníficos y la reciente Borderlands.

En esta película está excelente y su interpretación despierta una enorme empatía por la protagonista.

La dirección de Bennett escoge el recurso del flashback para narrar la infancia del personaje principal, el matrimonio con Francois Cliquot y la tragedia que cambió el destino de su vida.

En torno a la misteriosa muerte del marido, sobre la que existen diversas especulaciones, el film aporta una posible versión de los hechos que hoy es aceptada por numerosos historiadores.

Desde los aspectos técnicos La viuda Clicquot sobresale por su opulenta puesta en escena que le hace justicia a los paisajes franceses y transporta al público a la sociedad europea del siglo 19.  

La propuesta es muy entretenida y no defraudará a quienes busquen un drama romántico para disfrutar en la pantalla grande, sin embargo se queda demasiado corta a la hora de desarrollar el origen de uno de los vinos espumosos más emblemáticos de la historia.