Aunque Rosario ofrece una propuesta de terror deficiente, al menos cuenta con una pequeña virtud que merece destacarse.

A diferencia de las habituales producciones sobre posesiones demoníacas que se limitan a emular El Exorcista de William Friedkin, la ópera prima de Felipe Vargas propone un enfoque diferente con un relato que adopta conceptos esotéricos del espiritismo africano.

Una idea que aporta un contexto muy interesante al relato, pero que lamentablemente no llega a ser aprovechada desde la realización.

Emeraude Toubia interpreta a una consultora de Wall Street que a raíz de una nevada termina atrapada en un departamento con el cuerpo fallecido de su abuela.

Mientras espera la ambulancia, descubre que la mujer practicaba rituales sangrientos y resulta atacada por entidades malignas que han poseído el cuerpo de la anciana.

 La premisa es atractiva por los elementos del folclore africano – poco comunes en este tipo de filmes–; sin embargo la dirección de Vargas y su incapacidad para construir situaciones de tensión convierten al relato en un espectáculo tonto y aburrido.

Tampoco ayuda que la protagonista se convierta en una experta en temas sobrenaturales a raíz de una búsqueda de Google y tome decisiones ridículas para resolver el misterio.

David Dastmalchian (Late Night with the Devil) le aporta un poco de dignidad al argumento pero su rol es demasiado limitado, ya que el peso de la trama recae en la interpretación mediocre de Toubia.

Una lástima, porque el argumento contenía un par de ideas atractivas, y los artistas a cargo del diseño de producción hicieron un gran trabajo con la decoración tenebrosa del departamento que ambienta el conflicto.

En resumen, una ópera prima chata, sin grandes ideas a la hora de abordar los elementos de horror, que no justifica el costo de una entrada de cine.