Desde el estreno de Tron: Legacy en 2010, el mundo cambió para siempre con el avance de la inteligencia artificial. En el contexto actual, donde se debate la necesidad de regular la tecnología, los conceptos clásicos de esta franquicia resultan más vigentes que nunca.

Por eso, la nueva entrega despertaba expectativa. Los contenidos establecidos en el clásico film de 1982 son apasionantes y lidian con conflictos que hoy se sienten más cercanos. Cabe destacar que la película no es una continuación directa de Legacy, sino más bien un spin-off que abre un arco argumental diferente con personajes nuevos.

Tron: Ares se mete de lleno en el tema de la manipulación de la tecnología para fines bélicos y la implementación destinada a enriquecer el progreso de la humanidad. El concepto es muy interesante y le dan una vuelta de tuerca creativa con la manifestación de los programas informáticos en el mundo real.

Lamentablemente, ya sea por la decisión del estudio o de los productores de enfocarse más en el espectáculo pochoclero, el guion es bastante plano y no se anima a explorar a fondo las ideas atractivas que propone.

Este film también generaba dudas por la dirección del cineasta noruego, Joachim Ronnin, quien posee una filmografía muy irregular. En el pasado hizo buenas películas, como el drama de aventuras Kon Tiki, pero también fue responsable de la continuación de Maléfica.

Aunque su nueva labor no alcanza la jerarquía de la obra de Joseph Kosinski en Legacy, al menos ofrece un film competente que no defrauda en materia de entretenimiento.

Su mayor fuerte se encuentra en las secuencias de acción, que son formidables, especialmente cuando se concentran en las persecuciones de motos.

En el apartado visual es intachable, y las imágenes se potencian gracias a la joya de la película: la banda sonora, que representa el principal motivo para disfrutarla en el cine.

La poderosa banda sonora de Nine Inch Nails

Aunque el guión sea de medio pelo, el costo de la entrada lo justifica el placer de disfrutar en sala la excelente labor de Trent Reznor y Atticus Ross, quienes nos suelen decepcionar en sus incursiones cinematográficas.

La tarea no era sencilla, ya que la banda Daft Punk había dejado la vara demasiado alta con la música que creó para Tron: Legacy. La labor de Nine Inch Nails es interesante porque se adentra en el subgénero industrial de música electrónica y, aunque tiene su propia identidad, se siente como una continuación natural de la banda sonora previa.

La rehabilitación de Jared Leto

Probablemente, la gran sorpresa del film es que Jared Leto no la arruinó con sus típicas excentricidades pretenciosas, que lo llevaron a hacer el ridículo en los últimos años. En Ares sorprende con una labor contenida y equilibrada, donde no exagera ningún rasgo del programa de computación que encarna.

En la segunda mitad del relato, inclusive, conforma una muy buena dupla junto a Greta Lee (Vidas Pasadas), quien sobresale como la heroína humana. Jeff Bridges cuenta con una amena participación en un momento muy especial, donde prima el contenido nostálgico.

Se nota la mano de Joseph Kosinski como productor, quien supo abordar con moderación esta cuestión en Top Gun: Maverick.

En resumen, aunque no esté a la altura de las entregas previas, Tron: Ares no decepciona en materia de entretenimiento y contiene una de las mejores bandas sonoras que se conocieron este año. 

Recuerden que hay una escena adicional durante la mitad de los créditos.