Borderlands atrasa como mínimo 30 años las adaptaciones de video juegos en el cine al traer al recuerdo otras producciones horrendas como Street Fighter, Double Dragon, Wing Commander, Doom y Alone in the Dark por citar algunos ejemplos.

 Curiosamente el mismo año en que la serie Fallout (otra propuesta del mundo gamer) arrasó en las nominaciones a los premios Emmy aparece esta producción que nos remite a otros tiempos amargos.

Todos los comentarios negativos que escuchaste o leíste sobre este estreno son ciertos y no hubo un ensañamiento innecesario de la prensa.

La película es realmente mala y en mi opinión le queda una bala de plata en la recepción del público infantil, especialmente los pibitos entre seis y doce años, que es el target principal al que se dirige la propuesta.

El humor, que está construido con chistes reciclados de las aventuras de los Minions, y el tratamiento de la acción apunta a conectar con ese nicho de espectadores.

Cabe destacar que el mayor inconveniente de Borderlands no pasa por su tono infantil sino que es una obra sin alma donde queda la impresión que ni el director ni los miembros del reparto se comprometieron con el proyecto.

Para quienes no teníamos la menor idea de la existencia del video juego, el realizador Eli Roth presenta una copia de segunda mano, salida de una feria americana, de los Guardianes de la Galaxia de James Gunn.

La mayor debilidad de este film es que carece de una visión artística definida y se limita a copiar con impunidad el tipo de cine que Gunn ofreció previamente en las entregas de Guardianes y el Escuadrón suicida de DC.

Borderlands quedará en el recuerdo por haber reunido a uno de los peores repartos que se registraron en una producción hollywoodense de estos últimos años.

Los artistas, que no tienen química entre sí, aparecen disfrazados como si formaran parte de algún sketch de Saturday Night Live.

Cate Blanchett en piloto automático compone una Mary Sue perfecta que intenta evocar sin gracia los tipos de roles que Milla Jovovich supo encarnar con más onda en el pasado.

Luego encontramos a Kevin Hart, un comediante de stand up, que hace un esfuerzo sobrehumano para convencer al público (sin éxito) que puede ser creíble como héroe de acción.

El desconcierto se expande con la presencia de Jamie Lee Curtis cuyo rol es una máquina de exposición que nunca termina de conectar con el resto de los personajes.

 Ariana Gleeblatt (In the Heights) es la única integrante del elenco que se siente cómoda con su rol y deja la impresión que se divirtió durante la filmación.

No esperen encontrar las excentricidades habituales del cine de Roth y la violencia zarpada en las secuencias de acción ya que en esta producción tuvo que adaptarse al perfil familiar que le exigieron los productores.

Salvo por los artistas que se desempeñaron en el diseño de producción y los vestuarios, todo en este film se siente genérico y desganado.

Desde los aspectos técnicos el espectáculo es decepcionante con numerosas escenas donde sobresale el artificio chapucero de los efectos digitales.

Otro enorme problema de Borderlands es que no le permite al público llegar a conocer a los personajes introducidos ya que el foco de atención del relato está puesto en promocionar futuras continuaciones que nunca llegaremos a ver.

No hay nada interesante para resaltar de esta producción que liderará la lista de los peores filmes del 2024.