Las películas de Adrián Suar siempre venden bien. Hay algunas que son buenos productos y otras no tanto. 

En los tiempos actuales hacer algo malo es raro que rinda bien. Se corre la bola mucho más rápido que hace 10 años atrás. Y es por eso que cuesta creer que se haya hecho Jaque Mate. 

Desde el vamos la película no sabe si ser una comedia o una de acción. Y a no confundir con grandes películas de acción en el mundo que le ponen un toque de humor en algún momento para poder cortar algún clima. Jaque Mate es tan rara como los cuatro Corsa con la VTV vencida que corren como si fueran autos de seguridad. 

O con ese dron que vuela desde Tigre al centro de CABA y tiene audio bidireccional…  ni hablar del monomotor que no llega a Punta del Este casi, pero que trae a alguien de España. 

Jaque Mate es eso… un conjunto de cosas raras… o RARIS.

Desde el arranque pinta bien, en esa casona en Tigre que creo es la misma que usaron en el bodriazo que Viggo Mortensen grabó en el país hace varios años. Ahí es una película de suspenso, con algunas escenas de acción buenas. Ahí debería haber terminando viendo lo que hicieron después realmente. 

Tiene errores de continuidad notorios, tiene cosas que no terminan de mostrarse. Por ejemplo al final al personaje de Israel lo enfrenta uno de los malos y no sabes que pasa finalmente.

Y luego tiene cosas bizarras e innecesarias como lo de Mike Amigorena que en la primera escena aparece maquillado como señora yendo a jugar al Bridge sin razón alguna. Y luego ya no había presupuesto para el labial porque no lo tiene más. 

¿Para que los personajes internacionales? 

Banco que haya dinero del INCAA para distintas clases de películas, pero en estos casos se sabe que es para que vuelva algo en la recaudación que hará. 

Pero que sea algo digno y no esto. Olmedo y Porcel tenían más calidad que Jaque Mate. 

No tenemos muchos exponentes de obras de acción mainstream en el cine argentino.

En los últimos años se destacan, con variedad de gustos y subgéneros incluidos, Socios por accidente (2014), Punto rojo (2021), ambas de Nicanor Loreti y Solo se vive una vez (2017), donde Federico Cueva hizo explotar autos en la 9 de Julio y contar con Gérard Depardieu entre sus filas.

Pero para encontrar la gran favorita de muchos hay que viajar a los 90 y darle play a la canción “¿Qué ves?” de Divididos. Ese es el pasaje automático al clásico Comodines (1997), obra que quiso ser una suerte de Arma Mortal argenta y en parte lo logró, aunque lamentablemente nunca tuvimos una secuela pese a su éxito rotundo.

Adrián Suar, emulando a su propio “Nene” Carrizo de la serie Poliladron (pero del otro lado del mostrador) adaptó un lenguaje de larga data en Hollywood pero para nuestra idiosincrasia.

Esto fue de la mano del director Jorge Nisco, con quien retorna casi 30 años después para Jaque Mate.

Debo decir que el film me gustó mucho y que me sorprendió. Tiene un solo defecto que luego explicaré.

Estamos ante una comedia de acción con todas las letras, que se apoya muy fuerte en sus protagonistas y el reparto que lo acompaña.

Me reí fuerte en algunas secuencias, sobre todo las que incluyen a Benjamín Amadeo.

Pero también estallé con el Israelí Tsahi Halevi.

Tengo ganas de ver más aventuras de ese equipo.

La historia es simple y no pretende grandes cosas. Nada que no hayamos visto en un género más que explotado.

Pero la cuestión no pasa por ahí sino en la identidad y compinchería que se da con el espectador.

Suar está muy bien haciendo lo que sabe y dejando jugar al resto. No se siente una competencia como por momentos me sucedió con Comodines (cuando revisté el film) y su química en pantalla con Carlin Calvo.

La acción está bien, los stunts también y la puesta es más que correcta sin abusar de recursos o camuflándolos (Ej: uso de dron).

¿Cuál es el defecto?

Los primeros 15 minutos plantean un tono de film de acción serio y lejos de la comedia. Y cuesta entrar. Eso puede condicionar al espectador. Sobre todo al que no consume tanto cine y va a ver este estreno porque lo sigue a Suar.

Pasada esa primera instancia, uno se entrega a lo inverosímil y el disfrute.

No pidamos John Wick a algo que no es, que no puede y que no busca serlo.

En definitiva, Jaque Mate es una película más que disfrutable en una sala de cine.