Milla Jovovich  sigue empecinada en gestar producciones mediocres de fantasía que podrían haber sido un poco más entretenidas si la realización no corriera por cuenta de su marido, el director Paul W. S.Anderson.

En el 2020 se cargaron la adaptación del video juego Monster Hunter que desperdició de un modo incomprensible al artista marcial Tony Jaa y este año regresaron con otro bodrio inspirado en un cuento de George R.R.Martin.

Tierras perdidas sobresale como la peor película de la filmografía de Anderson, que incluye las redundantes continuaciones de Resident Evil, y otros títulos fallidos como de Death Race y Pompeya.

El argumento es tan confuso que hasta en la sinopsis oficial tuvieron problemas para comunicar con claridad de qué va la propuesta.

"Una hechicera viaja a las Tierras Perdidas en busca de un poder mágico que permite a una persona convertirse en hombre lobo".

Ponele.

El rol de Milla remite a esos personajes de los viejos videojuegos de los ´80 en los que un jefe misterioso le asignaba una misión especial al protagonista y enseguida se pasaba a la acción sin demasiado argumento.

Durante el desarrollo de la aventura se suma un anestesiado Dave Bautista como un cazador que parece una versión descerebrada de Solomon Kane.

Pese a todo, los protagonistas no son el problema de esta producción sino la horrenda dirección de Anderson.

En esta oportunidad decidió plagiar el nefasto e insípido cine de Zack Snyder con todos los vicios clásicos que incluye la espantosa fotografía amarronada y secuencias de acción monótonas donde prima el abuso de la cámara lenta.

La artificialidad de la puesta en escena, producto de un uso desproporcionado del CGI, impide que el film te transporte al mundo de fantasía que presentaba el relato de Martin.

Debido a que el director no hace el menor esfuerzo como narrador para que el público se enganche con los personajes y el mundo que los rodea, Tierras perdidas resulta un espectáculo tedioso.

No hay misterio, suspenso ni un mínimo contenido interesante ya que los protagonistas se desenvuelven  con el único propósito de justificar las abominables secuencias de acción que ofrece Anderson.

Nada para destacar en este estreno que terminará en la lista de lo peor del 2025.