Atentado en el aire pretende evocar el cine clase B que a menudo la pyme de Gerard Butler desarrolla con mayor dignidad.

En este caso se trata de la nueva obra de Timo Vuorensola, uno de los peores directores que trabajan actualmente en la industria de Hollywood.

El digno heredero de Uwe Boll, que el año pasado ofreció esa aberración titulada Jeepers Creepers: Reborn, en esta oportunidad despliega su incompetencia dentro del thriller de acción.

La película está protagonizada por un Alec Baldwin en piloto automático y Jonathan Rhys Meyers (Match Point/August Rush), un tipo talentoso que lamentablemente se fue al descenso y hoy trabaja en el Metropolitano de la B del cine norteamericano.

En los últimos años tuvo severos problemas debido a su adicción al alcohol y en esta película no aparece en su mejor estado físico.

Tras un minuto de logos de productoras de dudosa procedencia, que financiaron o lavaron dinero en esta propuesta, Vuorensola despliega su mediocridad habitualen un intento por evocar la clase de thrillers con secuestros de aviones que fueron populares en los años ´90.

 El resultado final en realidad es una comedia clase Z que puede brindar varias carcajadas siempre que no hayas desperdiciado el costo de una entrada de cine en semejante basura.

La película presenta la oficina de la CIA más berreta que se registró en la historia del género, donde sólo trabajan tres empleados y un desopilante reparto de extras que brindan algunos momentos hermosos con sus reacciones exageradas.

El conflicto no tiene el menor sentido y sumado a la ineptitud del director por construir situaciones de suspenso y efectos especiales chapuceros , donde se nota en más de una oportunidad que los actores se encuentran frente una pantalla de croma, las chances de encontrar alguna virtud rescatable en este estreno son nulas.

Con la misma premisa Gerard Butler te arma un producto de mejor calidad pese a que sus proyectos suelen manejar presupuestos limitados.

Las tediosas películas de Vuorensola suelen ser horrendas en todos los campos técnicos y sólo por esos milagros incomprensibles de la distribución en Argentina tienen la suerte de ocupar una pantalla de cine.

Por lejos, uno de los peores filmes que pasaron por la cartelera este año.