Cuando acecha la maldad sobresale por lejos como la mejor película de terror del 2023 y una enorme sorpresa de la producción argentina dentro del género.

Todos los elogios que cosechó la obra de Demián Rugna a nivel internacional son merecidos y si bien el film no está exento de algunas debilidades creo que debe ser apreciado por la experiencia intensa que brinda.

Muy especialmente en estos tiempos donde el visionado de relatos sobre posesiones demoníacas se convirtieron en ejercicios tediosos, producto de la pereza creativa de los realizadores.

 Rugna aborda de un modo muy atractivo el subgénero del horror folclórico que precisamente no contaba con tantos antecedentes en la producción argentina.

El cuento que se ofrece toma las viejas leyendas urbanas del campo, muy arraigadas a las comunidades rurales, que el director utiliza como premisa para elaborar una experiencia perturbadora donde la amenaza del mal irrumpe como una fuerza de la naturaleza imparable.

 La primera hora del film es extraordinaria por la tensión permanente que genera la narración del director, donde la influencia del cine europeo, que abraza el extremismo francés de Alexandre Aja y los viejos clásicos de Darío Argento, se fusionan con los nostálgicos efectos prácticos dignos de Brian Yuzna (Society).

 Rugna rescata de la mediocridad el malgastado recurso del jumpscare en lo que representa una de las grandes virtudes de su trabajo.

Un elemento cotidiano del género que en la actualidad cuenta con una mala reputación debido a la pereza de muchos realizadores, especialmente en el cine hollywoodense.

En esta película el sobresalto funcionan a la perfección por el modo en que resulta ejecutado.

No sólo aparece en el momento menos esperado sino que además el director toma el riesgo de trabajarlo con situaciones de violencia extrema que ya no se implementan con frecuencia en las producciones actuales.

Para encontrar escenas parecidas a los momentos más perturbadores de Cuando acecha la maldad tenés hay remontarse al cine italiano de los años ´80 o algún desquicio de los japoneses de comienzos del siglo 21.

Más allá del gore que no pasa desapercibido, la trama resulta cautivante por el dominio estupendo que presenta el director de la intriga y el suspenso.

Un tema que también se encuentra beneficiado por las interpretaciones equilibradas del reparto.

Hacia el final la tensión se desinfla un poco y el destino final al que llega la conclusión tal vez pierde la intensidad que había tenido la historia en esa fantástica hora inicial.

Algo comprensible ya que es muy difícil de sostener ese ritmo durante todo el film.

Mi experiencia con esta película fue curiosa.

Me gustó volver a encontrar ese cine de terror que genera incomodidad en el público y se anima tomar riesgos creativos y la considero la mejor obra del género estrenada este año.

Es más, probablemente forme parte de mi top ten anual.

Sin embargo, al igual que me ocurrió en su momento con Martyrs y The Entity no volvería a repasarla nuevamente ya que la sentí demasiado perturbadora y depresiva.

Esto debe entenderse como un elogio retorcido de mi parte hacia la obra de Rugna.

Un visionado fue más que suficiente y recomiendo no dejarla pasar en los cines sin son seguidores del género.