Tras el éxito de “El hijo de la novia”, Ricardo Darín vuelve a ponerse al frente de un destacado elenco para darle vida a una nueva comedia romántica. En esta producción de Eduardo Milewicz, encarna a Samy Goldstein, un autor cómico de televisión que escribe para un programa de moderado éxito en la televisión local.
A pesar del éxito relativo del programa, al comienzo de la historia, sus ideas ya parecen estar agotadas y el rating está en baja. Tal vez, la cercanía de su cumpleaños número cuarenta tenga bastante que ver. Atrapado en un singular entorno femenino (su novia, su madre, su hermana, su mejor amiga, su productora), decide dejar la televisión y retomar su pasión más celosamente guardada, la literatura.
Completamente ajena al mundo Samy está Mary, quien también está en plena crisis. No quiere ser más “una nena de papá”, para eso la naturaleza le dio algo más que un bellísimo cuerpo, un maravilloso rostro y una sensualidad desbordante. Y por fin decide aprovechar su “inteligencia emocional”, tal como ella misma la describe.
Mary y Samy se conocen a causa de un malentendido, ignorando mutuamente quién es quién. Pocos días después son presentados en uno de los pasillos del canal. A partir de allí, todo empieza o sigue siendo un malentendido, desde la atracción irresistible entre ambos, hasta la trampa que Mary le tiende a Samy para retenerlo en la televisión y convertirlo en un sujeto exitoso y rentable.
En su rutilante y desconcertado camino hacia el éxito, Samy pierde y gana una novia, refuerza sus rasgos de personalidad más nefastos, duplica la influencia de su madre y por pura paradoja, define su lugar en el mundo. Sus padecimientos crecen en la misma proporción que crece el rating, hasta que el éxito rutilante - más una ayudita de la prensa - termina por precipitar todo hacia un inesperado final.