Desafiantes propone una interesante exploración de las relaciones tóxicas en los círculos del deporte de alto rendimiento.

Si bien el relato que desarrolla el director Lucas Guadagnino (Suspiria) tiene como protagonistas a jugadores de tenis el mismo conflicto se podría aplicar en cualquier otra disciplina individual, donde el ego tiende a fagocitarse al atleta, y el espectáculo también hubiera funcionado a la perfección.

Mike Faist (West Side Story) y Josh O´Connor (Peaky Blinders) encarnan a dos tenistas que se conocen desde los 14 años y cuya amistad toma un giro turbulento cuando aparece una colega ambiciosa, a cargo de una sólida Zendaya, quien canaliza en sus juegos psicológicos de manipulación una digna heredera de la clásica femme fatale del cine noir y el policial negro literario.

De hecho, una particularidad muy atractiva de este film es que el director desarrolla el trío sentimental turbio que se da entre los protagonistas con guiños directos hacia ese género.

La dinámica enfermiza que vincula a los tres deportistas también la podemos encontrar en numerosos thrillers clásicos como Gilda o La dalia negra, de James Ellroy, con la diferencia que en esta película  no tenemos homicidios o tiroteos.

Guadagnino escoge una narrativa no lineal para desarrollar la historia de los personajes en las diversas etapas de su vida.

Un recurso que demanda atención de los espectadores y le aporta un suspenso notable al partido final entre los dos amigos, donde se disputa mucho más que la resolución de un torneo.

En la vida real el personaje de Faist probablemente hubiera contado con un equipo de psicólogos y colaboradores que los habrían alejado de los freaks que lo rodean pero en una película si no se exageran un poco las cosas no hay conflicto y el director tampoco estaba interesado en elaborar un docudrama.

En lo referido a la representación cinematográfica de los encuentros deportivos, Desafiantes está más cerca del animé El príncipe del tenis que  la imbatible y brillante Borg vs McEnroe.

Muy especialmente hacia el final donde Guadagnino delira con algunas excentricidades que incluyen un par de tomas en las que se registra el punto de vista de la pelota.

La música corrió por cuenta de Trent Reznor y Atticus Ross, una dupla que a menudo suele sobresalir en las producciones que trabajan.

En esta oportunidad optaron por centrar las melodías de la banda sonora en el género tecno que resulta molesto e invasivo en determinados pasajes del film.

Una elección que utilizaron para incrementar las situaciones de tensión entre los personajes pero no termina de convencer, aunque ese es un tema muy subjetivo.

Salvo por ese mínimo detalle en términos generales Desafiantes es una muy buena película que consolida la evolución de Zendaya como actriz.

Que lindo cuando el cine te transporta, cuando te estremece y, más aún, cuando logra que te sumerjas por completo dentro de una película y te pierdas en ella. A tal punto de no querer que termine.

No puedo dejar de pensar en Challengers desde que la vi y las ganas que tengo de volver a verla.

Algo similar me sucedió con Call me by your name (2017). ¿La conexión? Su director, el maestro absoluto que responde al nombre Luca Guadagnino.

Luego de su opus protagonizada por el cancelado Armie Hammer y Timothée Chalamet, demostró gran versatilidad haciendo una remake excelente de Suspiria (2018) y un relato incómodo dentro de una historia de amor y canibalismo tal como lo fue Hasta los huesos (2022).

Aquí vuelve un poco más en la senda de Call me by your name e incluso con algo de Melissa P. (2005), pero no estamos ni en Italia ni en los 80s, ni vemos el despertar sexual de una adolescente. 

Aquí nos encontramos en el ambiente competitivo del tenis y en dos líneas temporales que nos cuentan la relación y triángulo amoroso entre dos amigos/enemigos y el personaje catalizador de todo: Tashi.

Zendaya vuelve a brillar y se lleva todas las loas en este papel. Tanto en la versión más picante de los 18 años como en la de madre/esposa controladora de los 30 años.

Sus dos co-protagonistas  no son estrellas consagradas, pero deberían llegar a serlo. Tanto Mike Faist como Josh O´Connor, la rompen en sus roles. Muy similares en motivación, pero también muy disímiles.

Guadagnino es tan piola en su relato, que no queda claro quien es el primer co-protagonista y quién es el segundo, lo mismo con quién nos desata más apatía.

Porque los querés a los dos y también los odias. Lo mismo con ella. Pero los tres juntos brillan en su toxicidad.

Y se levanta la temperatura en más de una ocasión. Con la particularidad de que no se muestra casi nada y aún así se logra todo.

Me encantaría diseccionar aquí una escena clave entre los tres, pero no lo haré por cuestiones obvias.

Pero me resulta de lo más increíble que he visto en materia erotismo y tensión en el cine mainstream.

Asimismo, Guadagnino filma mejor que nunca. La puesta en esta cinta es alucinante.

Cada composición de plano es para enmarcar, Desde los simples diálogos hasta los partidos de tenis en donde nosotros (los espectadores) nos convertimos en la pelota que va de un lado al otro.

Y esa es la alegoría y mayor logro del director: llevarnos durante todo el metraje de un lado al otro en la historia de los personajes y en lo que sentimos hacia ellos.

Challengers es cine en su máxima expresión, un film tan intenso como extraordinario.

La mejor película en lo que va de 2024.

Una obra maestra.