No hay sorpresas.

Como era de esperarse el estudio Sony ofrece el desastre bochornoso que auguraban los avances promocionales y entre las numerosas falencias que contiene el film hay dos que sobresalen de un modo especial.

Ya de por si la idea de ver una película protagonizada por un villano de segunda mano de los cómics de Spiderman sin la presencia del héroe principal nunca fue atractiva y los bodrios de Venom, Madame Webb y Morbius lo demostraron con claridad.

En esta oportunidad consiguieron que la experiencia resultara todavía más depresiva al convertir a Kraven en un héroe bonachón, amigo de la naturaleza, que combate todo tipo de injusticias en el mundo.

La organización PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) tranquilamente lo podría nombrar embajador de buena voluntad por su compromiso con la protección de la fauna.

Aaron Taylor Johnson encarna a un Gary Sue inmaculado e indestructible al que le falta la habilidad de volar y una capa para igualar a Superman. 

El protagonista se mató en el gimnasio para mostrar sus abdominales perfectos pero tiene cara de buen pibe y es imposible comprarlo en el rol. 

Tampoco lo ayuda el hecho que Kraven nunca se convierte en un villano y asume el rol de un superhéroe genérico de Sony.

Por consiguiente, el espectáculo resulta tan divertido como ver una película de Red Skull donde el personaje se desempeña como asistente social y viaja a África para ayudar a las víctimas de una guerra civil.

Ya sea porque no les importó o no tenían interés en la fuente original, la obra de J.C.Chandor ofrece una propuesta trillada del género que podría haberse estrenado a fines de los años ´90.

Un realizador que alguna vez fue nominado al Oscar por el guión de Margin Call y obtuvo la aclamación por All is Lost, protagonizada por Robert Redford, tiró su carrera por la borda con este mamarracho que lidera la lista de lo peor del 2024.

Kraven es una película donde cuesta muchísimo encontrar una mínima virtud técnica pese a que este año abundaron las producciones mediocres.

Madame Webb fue mala pero al menos contaba con diez minutos iniciales decentes donde se introducía a la protagonista.

Inclusive la remake del Cuervo con todas sus falencias contenía secuencias de acción bien realizadas.

Kraven es un gran collage de cosas mal hechas donde prima la desidia creativa.

La segunda falencia llamativa se relaciona con la soberbia y arrogancia de los productores que desarrollaron la película con la idea de gestar una nueva franquicia.

Por alguna razón desquiciada pensaron que esto sería un éxito asegurado y el relato central termina afectado por un exceso de subtramas y villanos que tienen la función de vender futuras continuaciones que nunca llegaremos a ver.

A Kraven lo mantienen bastante ocupado y en su primera aparición tiene que lidiar con el padre tóxico (encarnado por un Russell Crowe anestesiado), el Rhino, el Camaleón, Calypso y el Extranjero que también se suma a este carnaval carioca de la mediocridad.

Todo el contenido está pensado como si el público hubiera pedido a gritos una saga extendida del cazador cuando se trata de un personaje que no le importa a nadie.

En lo referido a los aspectos técnicos el material de Sony al menos mantiene una coherencia con las películas previas al ofrecer el mismo despliegue de incompetencia.

Secuencias de acción insípidas, desarrolladas con un CGI horrendo, que remite a las producciones malas del canal SyFy de comienzos de este siglo y los trabajos de Steven Seagal de las últimas décadas.

La escena más vergonzosa es la pelea final del falso Kraven con el Rhino que no completó su post-producción y se nota que fue un reshoot organizado a último momento.

En fin, otro desastre previsible de un estudio que no para de perder plata con proyectos fallidos.