Aplaudida en todo el mundo y con muy buenas críticas en diversos festivales internacionales, el film narra la particular relación que mantienen Jay y Claire, quienes se encuentran cada miércoles por la tarde con el único propósito de tener sexo.
Ella llega con un taxi, que la espera en la puerta. No hablan de nada en particular y hay silencios en los que sólo se miran. Pero ninguno de los dos quiere retirarse, y algo ocurre entre ellos porque se incorporan a la vez y, sin decir nada, se tumban al lado de la mesa.
A la misma hora de la semana siguiente vuelven a encontrarse. Se desvisten inmediatamente. Ella se marcha, sin haber dormido. No tiene idea de dónde vive ni de dónde viene. Con el correr de los encuentros, ella no pasa a la casa sino que baja directamente al sótano que él no puede permitirse amueblar.
Allí sólo interesa la habitación donde todo está permitido, menos la claridad. El sexo es la única forma de comunicación entre ellos, pero Jay empieza a sentir ganas de saber más sobre ella.