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Huérfanos de Brooklyn es un proyecto personal Edward Norton que representa su segunda película como director luego de Keeping The Faith, una comedia con Ben Stiller y Jenna Elfman estrenada en el 2000.
En los últimos 20 años intentó adaptar en el cine la novela homónima de Jonathan Lethem, un nombre que los fans de Marvel tal vez recuerden, ya que se trata del autor que revivió a Omega The Uknonwn en el 2007 con una muy buena miniserie.
Norton, quien además de interpretar al personaje principal se desempeña como guionista, productor y director, recién en el 2017 consiguió el financiamiento que necesitaba para concretar el film.
Todas las figuras conocidas del reparto, como Alec Baldwin, Bruce Willis y Willem Dafoe aceptaron cobrar el sueldo mínimo que estipula el sindicato de actores y eso contribuyó a que el estudio Warner se encargara de la distribución.
La película toma una historia que en la literatura se desarrollaba en los años ´90 y lidiaba con los conflictos raciales de ese momento para adaptarla en el contexto social de los Estados Unidos de posguerra en 1950.
El concepto funciona bastante bien y el director juega con los elementos convencionales del cine noir para desarrollar un conflicto cuyo atractivo se desvanece enseguida con el paso del tiempo.
Pese a todo, el principal atractivo de esta producción reside en la labor que brinda Norton como un detective perdedor que sufre el síndrome de Tourette, cuya personalidad se ve afectada por tics nerviosos involuntarios.
El artista ya interpretó en el pasado roles similares y en esta producción es la figura que más sobresale si bien como director consigue que sus compañeros tengan sus momentos destacados.
Lionel Essrog es un personaje muy atractivo por la condición de salud que presenta y es una pena que no pudiéramos seguir al detective en un caso más intrigante.
Dentro del reparto resulta curiosa la labor de Baldwin en esta producción.
El actor rechazó ser parte de Joker porque sentía que el rol de Thomas Wayne se parecía demasiado a Donald Trump, a quien suele parodiar en el programa Saturday Night Live.
Sin embargo, el personaje que compone en esta historia como un funcionario público corrupto no es otra cosa que una caricatura del presidente norteamericano, en un obvio intento del director por darle una relevancia actual a la historia.
Huérfanos de Brooklyn presenta una labor muy correcta y austera en la realización donde no faltan las melodías de jazz que suelen ser un clásico para ambientar este tipo de relatos.
La gran debilidad del film es que Norton tarda una eternidad en desarrollar el conflicto principal y hacia la mitad la investigación que emprende el protagonista se estanca en situaciones redundantes que alargan el film de un modo innecesario.
Tampoco ayuda la naturaleza del misterio y todo el tema de la corrupción en las obras públicas de Nueva York que termina siendo olvidable.
Hasta el momento en que el director empieza a construir el acto final y la historia se vuelve un poco más interesante su narración resulta bastante pesada.
El tema con esta propuesta es que la estética y musicalización busca evocar a los clásicos policiales negros de Warner, pero la película nunca se adentra completamente en el género y termina siendo algo decepcionante en ese sentido.
No obstante, para los fans de Norton puede ser una buena opción para disfrutarlo en uno de los papeles más interesantes que interpretó en el último tiempo.