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Desde el momento en que se anunció que el regreso de Hellboy quedaría en manos de las compañías Lionsgate y Millennium (la heredera oficial de la vieja Cannon Films) se sabía que esto se desarrollaría en el terreno del cine clase B.
No hay ninguna sorpresa en esta cuestión y desde los aspectos más técnicos esta nueva producción se encuentra a años luz de la calidad que tuvieron los filmes de Guillermo del Toro.
Ya de por si la opulencia visual que ofreció la última entrega, El ejército dorado, en el 2008, califica entre las adaptaciones de cómics más ambiciosas que se hicieron en la última década.
Eso es muy complicado de superar y en este caso se extraña muchísimo esa artesanía especial y los detalles en el diseño de producción que le otorgó el cineasta mexicano a su obra.
Personajes queridos de esta propuesta como Abe Sapiens y Liz Sherman, que conformaban un trío muy especial con el protagonista, quedaron afuera del reboot y la ausencia se siente muchísimo.
Ahora bien, pese a todas estas cuestiones la nueva Hellboy es mucho menos terrible de lo que uno podía haber imaginado.
En principio una buena noticia es que el film se encuentra más en sintonía con el tono que presentó el segundo avance que el primero que fue bastante desconcertante.
La dirección en este caso corrió por cuenta de Neil Marshall (El descenso), quien de manera astuta encaró la narración dentro del territorio que mejor domina que es el terror.
Con todas las falencias técnicas y argumentales que tiene su trabajo y en breve detallaré, lo que le valoro a esta producción es que preserva la identidad comiquera de la obra de Mike Mignola.
No es perfecta y la podés hundir por un montón de cuestiones, pero al menos tiene ese corazón genuino de historieta que no encuentro por ejemplo en las producciones de DC.
Wonder Woman es la única excepción.
El otro día volví a ver Aquaman y hasta la media hora final cuando Jason Momoa se pone el traje naranja yo no tengo claro lo que estoy viendo ni el personaje que interpreta.
En este estreno David Harbour, el nuevo Hellboy, se transformó en el demonio cascarrabias de Mignola y captura a la perfección la personalidad de este anti-héroe.
Me encantó lo que hizo Ron Perlman con el mismo rol en el pasado pero Harbour está impecable y me hubiera gustado verlo en una producción superior.
La versión de Marshall al menos reúne todos esos elementos clásicos que integran la identidad de esta historieta.
La iconografía del horror de Lovecraft, el folclore de los cuentos de hadas oscuros y el mito artúrico, que es parte de esta propuesta, están presentes en el film y en consecuencia nunca se pone en duda que nos encontramos ante una película de Hellboy.
La nueva producción al menos tiene una impronta comiquera y si te gusta el personaje no la pasás mal.
No obstante, una enorme debilidad de este film que no se puede ignorar se relaciona con la trama.
El guionista David Crosby, quien proviene del campo de los cómics, fusionó numerosos elementos de las revistas de Hellboy, muy especialmente de los últimos arcos argumentales, y armó una ensalada confusa con un montón de cuestiones que no terminan de funcionar.
Hay situaciones relacionadas con el origen del personaje que se podían haber desarrollado mejor y el contenido humorístico salvo por los comentarios sarcásticos de David Harbour en general no funciona.
En el caso de Milla Jovovich como Nimue y su secuaz, que es una especie de cerdo humanoide, parecen salidos de una película de las Tortugas Ninjas y chocan con el tono general que tiene el film de Marshall.
Cada vez que intervienen en la trama queda la sensación que pertenecen a otra producción.
En lo referido a los aspectos visuales la fotografía está en sintonía con la estética del cómic y los efectos especiales son irregulares.
Hay secuencias del film donde se nota que le faltó una pulida al CGI y otras que quedaron muy bien, sobre todo para tratarse de una película de Millennium.
Sobresalen especialmente una fantástica pelea del protagonista con unos gigantes, una escena que muestra al demonio liderando el Apocalipsis (gran momento Mignola) y el zarpado ataque de unos monstruos gigantes en Londres.
Cuando la película entra en el terreno de la acción y el gore no quedan dudas que la dirección estuvo a cargo del mismo sujeto que nos brindó El descenso.
Como mencioné al comienzo, el tema es que esto no deja de ser una película clase B y hay que tenerlo claro si se elige verla en el cine.
De todos modos, aunque no esté a la altura de las producciones previas, en lo personal le valoro el hecho que nos distorsionaran al personaje y el espectáculo entretenido que propone.
Tiene mucha acción y a Harbour se lo disfruta en el rol.
Honestamente no sé si la recomendaría abiertamente a todo el mundo pero si te gusta Hellboy creo que merece una oportunidad.