La remake de El cuervo atravesó numerosas dificultades de producción durante más de 15 años en Hollywood hasta que el proyecto terminó cancelado.

Un grupo de productoras independientes europeas tomaron la posta y desarrollaron esta nueva versión destinada a los espectadores de la generación Z que no tienen referencias sobre este personaje ni habían nacido cuando llegó al cine por primera vez en 1994.

La obra del director Alex Proyas le otorgó notoriedad internacional a la creación de James O´Barr que había llamado la atención en el circuito independiente del cómic a fines de los años ´80.

El antihéroe de perfil gótico fue una expresión artística que ayudó al autor a lidiar con el proceso de duelo tras la muerte de su novia asesinada por un conductor borracho.

La película que representó el trabajo final de Brandon Lee, quien falleció a raíz de un accidente en el rodaje, a partir de su edición en video cosechó estatus de culto pero su popularidad nunca se pudo consolidar en una franquicia decente.

A fines de los años ´90 hubo una lucecita de esperanza con la serie de televisión protagonizada por Marc Dacascos que fue muy bien recibida por los fans del cómic y terminó cancelada luego de la primera temporada cuando la productora Polygram quedó en manos del estudio Universal.

En el cine las continuaciones horrendas que se hicieron con Vincent Pérez, Eric Mabius y Edward Furlong pasaron por el dvd sin pena ni gloria.

La nueva versión de Rupert Sanders (Ghost in the Shell) retoma el mismo perfil de mediocridad con la particularidad que incluye un aspecto desconcertante.

El argumento no quedó a cargo de un autor ignoto sino de guionista nominado al Oscar como Zach Baylin, quien había presentado un buen trabajo en el drama deportivo King Richard y la adaptación del video juego Gran Turismo.

Para este proyecto se nota que repasó a las apuradas el perfil de Wikipedia del cómic y elaboró su propia versión de la historia que es un desastre.

No obstante, el mayor problema de esta producción es la estructura narrativa que escoge el director para desarrollar la trama.

Sanders tarda una hora y cuarto de película para presentar el origen del personaje que Alex Proyas estableció en apenas siete minutos en el film original.

Si tenían la idea de acercarle ésta propuesta a las nuevas generaciones no podían haber escogido un peor camino ya que el resultado es un tedio soporífero.

 Todo el primer acto ofrece un drama romántico aburrido que carece de tensión y suspenso y encima arruina la historia original con elementos sobrenaturales que parecen salidos de una película genérica de terror de la productora Blumhouse.

El cuervo justiciero recién aparece en los últimos 20 minutos dentro de un clímax chapucero que resuelve todo a las apuradas y encima tiene la desfachatez de intentar vender futuras continuaciones que jamás se van a concretar.

Bill Skarsgard no presenta una mala interpretación, más allá del cuestionable aspecto de su rol, pero termina saboteado por la incompetencia de los realizadores.

El actor hizo un esfuerzo por otorgarle una profundidad dramática al rol sin copiar las encarnaciones previas pero no puede levantar solo semejante muerto.

Inclusive el resto del reparto es bastante decente el problema es que la película resulta demasiado aburrida.

Hacia el final Sanders le pone un poco de onda a su labor y me parece justo destacar que las pocas secuencia de acción están bien realizadas.

El director sigue la escuelita de John Wick con coreografías estilizadas ultra violentas que Skarsgard ya había trabajado en su film previo, Boy Kills World.

Sin embargo ese contenido no alcanza para compensar una adaptación monótona y desganada que demandaba un poco más de dedicación.

Esta versión del cómic es una película realizada por productores que despreciaron el material original y se tiraron a la pileta para ver si la pegaban con una propuesta genérica de superhéroes.

El resultado final es un producto insulso que será odiado por los fans del personaje y despertará indiferencia en el público más juvenil que desconocía la propuesta.