B
Siempre vi a Suspiria, de Darío Argento, como una versión retorcida y macabra de Alicia en el País de las Maravillas.
En su obra maestra de 1977 el realizador italiano jugaba bastante con esa impronta de cuentos de hadas oscuro que estaba muy presente en su narración.
Nos referimos a una producción muy apreciada por los amantes del género de terror que representó la primera entrega de la denominada Trilogía de las Tres Madres, que continuaría en Inferno (1980) y The Mothers of Tears (2007).
A diferencia de la obra original, la remake del director Lucas Guadagnino fue un fracaso comercial que no pudo recuperar su presupuesto moderado de 20 millones de dólares y la recepción en la prensa resultó muy polarizada.
Algunos la catalogan como una película completamente superior a la de Argento y para otros es un bodrio que no merece mayor atención.
En lo personal creo que es una experiencia interesante a la que recomiendo darle una oportunidad siempre que tengas bien claro lo que vas a ver.
La nueva versión de Suspiria no es un pasatiempo para desconectar el cerebro con un entretenimiento ligero, como podría brindar la inminente Feliz día de tu muerte 2.
El film de Guadadigno demanda atención del espectador y por sobre todas las cosas paciencia.
En principio lo que rescato de este estreno es que se desarrolla por la vía en que para mí deben encaminarse las remakes. Muy especialmente cuando se trata de un clásico relevante.
El director de Call Me by You Name evitó copiar la obra de Argento para trabajar la misma premisa argumental desde una perspectiva diferente.
La nueva interpretación de Suspiria le otorgó una mayor complejidad a la historia y desarrolla con más detalles el origen de la bailarina Susie Bannion, interpretada por Dakota Johnson, quien está excelente en este rol. Por lejos lo mejor que vi de ella en el cine hasta la fecha.
El conflicto en esta oportunidad se desarrolla en un instituto de danza de Berlín en 1977, donde el período político de ese país tras la posguerra tiene un vínculo relevante con la recordada agrupación de brujas.
En términos generales la remake es más sofisticada que la original por el modo en que desarrolla las relaciones entre los personajes principales.
Desde los aspectos visuales el film de Guadadigno también se aleja de la obra de Argento, donde esa fotografía especial con colores saturados, que hizo famosa a esa producción, en este caso es reemplazada por una estética más oscura que trae al recuerdo el cine de los años ´70.
En lo referido al reparto, además de Dakota Johnson sobresalen Mia Goth y muy especialmente Tilda Swinton, quien interpreta tres personajes, entre los cuales Madame Blanc es el más destacado.
Un detalle fascinante de este film es el modo en que el director utilizó las secuencias de danza como un instrumento más de la narración en la trama. Las escenas de baile en esta remake juegan un papel fundamental en la interacción de los personajes y es una adición original que no tenía el film de Argento.
No recuerdo en este momento otras películas que pudiera generar tensión y situaciones de horror a través de una danza.
El tema con Suspiria es que si bien presenta una reimaginación muy original del clásico de 1977, el foco del relato se va por las ramas debido a la ambición desmedida de su director.
En su intención por abarcar tantos temas en un mismo conflicto esta producción resulta algo pretenciosa.
Hay un exceso de subtramas y tópicos que no aportan nada y extienden la duración del film de un modo innecesario. No hay razón de ser para que esta película dure 153 minutos, que encima se hacen eternos.
Todo el tema de la culpa alemana tras el nazismo en el contexto de la posguerra y el poder del matriarcado que pretende analizar el cineasta no termina por conducir a nada ni ofrece alguna reflexión relevante.
Por otra parte, la excentricidad que Tilda Swinton interpretara a un psicólogo anciano tampoco funcionó. Sus apariciones llaman la atención por el hecho que es un hombre que habla con la voz femenina natural de la actriz.
Toda la subtrama de ese personaje se podía haber eliminado y Suspiria tenía un relato mucho más dinámico.
Aquellas escenas donde el director se mete de lleno en el género de horror llegan a ser muy efectivas e intensas, pero llegan tarde y para ese momento uno desea que la película cierre la historia de una vez.
Guadagnino tuvo la buena intención de hacer algo diferente y eso es muy valorable. Sin embargo, con un guión más enfocado en la premisa central, sin tanto divague político, la remake de este clásico podría haber sido muy superior.