Román es un policía que cree en el bien y en la belleza de las pequeñas cosas, y se esfuerza por vivir en armonía, sin entrar en conflicto con un mundo que él considera caos y corrupción. Es por eso que dedica su tiempo a esculpir y moldear su pequeño mundo al igual que lo hace con su cuerpo. Hace sus turnos de policía con su compañero Lucas, compra un libro por semana, asiste al tempo y desayuna todos los días en el mismo bar. Pero un día, un incidente lo lleva a descubrir que todos sus santuarios están manchados, todos los aspectos de su micro mundo están conectados de la peor forma y parecen asfixiarlo. El templo al que asistía regularmente se queda con la casa de su mejor amigo, en el gimnasio en el que entrena venden cocaína, su compañero en la fuerza realiza trabajos dudosos, y todo con la complicidad del comisario. P Román se da cuenta que es un hombre solo y rodeado, y la única herramienta con la que cuenta es él mismo.