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A los 80 años el director Ridley Scott presenta una de las películas más atractivas de de su filmografía reciente, donde recrea un apasionante caso policial que tuvo una enorme repercusión mediática en 1973.
Cuando un grupo de la mafia calabresa en Italia secuestró al nieto del empresario petrolero J.Paul Getty lo último que imaginaron los delincuentes fue que el millonario se negaría a pagar un rescate que representaba un gasto menor en su economía.
Guetty fue probablemente la encarnación humana más real que existió del señor Burns de los Simpson.
Como lo indica el título de este film, el hombre en su momento tenía todo el dinero del mundo pero sus miserias personales le dieron una reputación infame debido a sus actitudes mezquinas, tanto en el mundo de los negocios como en su círculo familiar.
Al ver esta película queda claro que el director no tenía ningún interés en filmar un docudrama que recreara con exactitud los hechos reales, sino más bien construir un thriller inspirado por esta historia.
Una cuestión que por cierto se le aclara al espectador en los créditos finales.
Si bien muchas situaciones que se muestran en la película sucedieron en la vida real, Ridley Scott alteró varios eventos en su relato para darle más emoción a la trama.
Algo que no ocurría por ejemplo en La caída del halcón negro que retrataba con fidelidad la cronología de esa fallida operación militar.
En este caso el cineasta no pierde tiempo en su narración y en los primeros dos minutos establece el conflicto central para luego desarrollar la historia de los personajes centrales.
Hace unos meses esta película fue noticia por el hecho que eliminaron todas las escenas protagonizadas por Kevin Spacey, quien interpretaba al millonario Paul Getty, a raíz de las denuncias que tuvo por situaciones de abusos sexuales.
A pocas semanas del estreno Scott decidió volver a filmar las escenas del personaje con Christopher Plummer, algo que no tenía precedentes en la historia de Hollywood.
Nunca sabremos como hubiera sido la película con la versión de Spacey pero Plummer logra destacarse con una de las mejores interpretaciones que brindó en los últimos años.
El papel que abordó no era precisamente secundario y con muy poco tiempo de preparación, más la presión que generaba esta situación particular, el actor brinda un trabajo extraordinario.
Su nominación al Oscar es más que merecida ya que su labor tiene un peso importante en el film y junto con Michelle Williams integran el corazón de la película.
En roles más secundarios también tienen sus buenos momentos Mark Wahlbergh, como un negociador representante de la familia Getty y el actor francés Romain Duris (Las muñecas rusas), quien encarna a uno de los secuestradores.
Más allá del atractivo que tienen todos estos personajes, la historia es intensa y el director consigue mantener el suspenso del conflicto hasta el final.
Hay un momento en particular donde Scott se excede con la violencia gráfica en una situación que probablemente impactará a los espectadores más impresionables.
La verdad es que la escena tranquilamente se podría haber manejado sin tanto énfasis en los detalles sangrientos. Sin embargo, a los 80 años Scott está más allá del bien y el mal y sería inútil pedirle que a esta altura de su carrera rectifique su afición al morbo.
Mi única objeción con esta película es que el director dejó afuera del relato las consecuencias que generó el secuestro para la familia Getty con el fin de darle a la película un cierre hollywoodense más convencional.
Tal vez podamos conocer esos detalles en la serie de televisión que el cineasta Danny Boyle (Trainspotting) estrenará muy pronto sobre el mismo tema.
De todos modos, aunque Todo el dinero del mundo no sea una recreación exacta del caso real es una muy buena película que sobresale entre los mejores trabajos que brindó Ridley Scott en el último tiempo.