No es lo peor de Marvel, pero es una película para ver en Disney + en seis entregas de 20 minutos; si no tenés nada mejor que hacer con tu tiempo libre.

 A esta altura ya no se le exige al MCU que reviva con producciones de calidad sino que cierre la franquicia con una despedida digna.

El hecho que Dog Man, de Dreamworks, presente una historia más coherente y entretenida retrata la decadencia de una saga que desde hace años pelea por el descenso.

 Capitán América: Un nuevo mundo no ofrece una película sino un pastiche audiovisual concebido por los empleados de marketing de un estudio de Hollywood.

Queda la impresión que en algún momento tuvieron la idea de hacer una continuación de El increíble Hulk sin Bruce Banner, luego se dieron cuenta que era una mala idea y convirtieron el concepto en una aventura de Sam Wilson.

El resultado es un espectáculo caótico que combina además elementos de la serie Falcon and the Winter Soldier con temas de los Eternals sin una cohesión definida.

Los cinco guionistas que trabajaron en este film tenían ideas diferentes para la temática argumental y el Frankenstein cinematográfico que presenta Marvel une diversos conceptos que nunca llegan a ser desarrollados.

Por momentos hay un intento de retomar el estilo de thriller que presentó Winter Soldier pero todo es tan tonto y superficial que el film resulta saboteado por los realizadores de la oficina de marketing.

Anthony Mackie se merecía una mejor película.

El actor tiene carisma y le pone una onda bárbara al rol de Wilson pero nunca encuentra la posibilidad de sobresalir y su consolidación como el nuevo Capitán América termina desdibujada.

Algo similar ocurre con la labor de Harrison Ford como Thaddeus Ross quien hace lo que puede con el material que tiene disponible.

El resto del reparto es intrascendente.

No es necesario tener un ojo muy entrenado para detectar las escenas que pertenecen a reshoots ya que la mayoría de esos momentos parecen fragmentos insertados a último momento.

Se nota especialmente en las secuencias donde interviene Giancarlo Esposito, quien termina desaprovechado como un villano genérico de segunda mano.

En lo que respecta a los aspectos técnicos esta película es una abominación.

Los pastiches digitales en las secuencias de acción son tan mediocres que por momentos parece una venganza del equipo de efectos especiales por alguna factura impaga.

No se entiende que una producción que tuvo un presupuesto de 180 millones de dólares presente un producto de esta mediocridad.

Hasta las secuencias de pelea cuerpo a cuerpo son bochornosas de ver y retrata la decadencia de una franquicia que solía cuidar esos detalles.

En las películas previas podías criticar la representación de los personajes o los argumentos pero en la puesta en escena siempre había un esmero por presentar un trabajo cuidado.

La fatiga que atraviesa el género evidentemente se trasladó a los campos de realización, de otro modo no se explica esta debacle en la calidad de los contenidos.

Ya ni siquiera le ponen onda a las escenas post-créditos que son intrascendentes y no despiertan ningún tipo de emoción.

Lo único positivo que puedo resaltar de este estreno es que al menos eliminaron el contenido de chistes estúpidos que en el pasado arruinaron otros filmes.

Creo que Capitán América: Un nuevo mundo será más apreciada por los completistas de la saga y el fandom hardcore que entiende que Marvel es un club de fútbol que hay que alentar en las buenas y en las malas.

Para el resto del público es una película que se puede delegar al visionado hogareño cuando llegue a la plataforma de streaming.

Otra película de Marvel. Otra vez controversias, otra vez fans enfrentados y un género cada vez más golpeado.

A priori, esta nueva entrega me entretuvo. Lo cual es mucho decir por cómo viene la compañía con sus últimos productos (salvo Deadpool y Wolverine, 2024).

Intenta ser un thriller político en el estilo de Capitán América: Winter Soldier (2014) y si bien no lo logra, tampoco nos cuentan algo porque sí.

Ayuda que no sea una historia de origen, pero al mismo tiempo le exige al espectador que vea la serie Falcon and the Winter Soldier, donde se explica las vicisitudes de Sam Wilson al convertirse en el nuevo Capitán.

Ahora bien, tenemos a Harrison Ford como el ex General (y ahora Presidente de los Estados Unidos) Ross, papel que interpretó durante muchos años el fallecido William Hurt.

Y me encanta que en varias entrevistas el actor aclare que hizo esto por el dinero. Y se nota, porque si bien mantiene su magnético profesionalismo, se lo ve incómodo por momentos y a reglamento.

Lo mismo sucede con Giancarlo Espósito, quien repite el mismo tipo de papel que lo hizo famoso pero en otro universo y manteniendo su falsa pronunciación en español.

Distinto es el caso de Anthony Mackie, quien lo deja todo.

Ahora bien, el film se siente apurado y recortado. No tiene buen ritmo y muchas secuencias de VFX dejan que desear.

Tampoco se pierde la oportunidad para marcar la coyuntura del mundo real, lo cual no está mal si se hace sutil. Pero hay una escena que es tremenda en ese sentido, donde un afroamericano y un latino hablan sobre las dificultades del “poder llegar”.

Repito, está perfecto y es una realidad. Pero termina dañando al film porque desentona.

No mucho más para decir, un paso sin pena ni gloria para Sam Wilson tirando el escudo en la pantalla grande.