Argylle presenta una de las películas más flojas que se registraron hasta la fecha en la filmografía del director Matthew Vaughn, quien tuvo que adaptarse a las directivas de la compañía Apple que demandaba para este proyecto una propuesta de consumo familiar.

Quienes esperen encontrar la irreverencia en el humor y la violencia zarpada de Kick Ass o Kingsman saldrán decepcionados del cine ya que la nueva obra del realizador tiene un tono diferente en estos campos.

Apple claramente apuntó a que los pre-adolescentes también puedan verla en las salas y para eso era necesario atenuar los contenidos habituales que suele presentar el realizador inglés.

Más allá de esta cuestión queda la impresión que Vaughn tiene que darle un descanso a la sátira del género de espías porque se le agotaron las ideas creativas.

Su nuevo film reúne todos los vicios negativos que solemos encontrar en esta clase de propuestas en el actual cine hollywoodense.

Un guión genérico y mediocre desarrollado con un presupuesto demencial (200 millones de dólares) en una película a la que le sobran 40 minutos de metraje.

Tampoco está ausente el reparto con numerosas caras conocidas que trabajan en piloto automático y el infaltable carnaval carioca de CGI.

Bryce Dallas Howard y Sam Rockwell le ponen una onda bárbara a sus interpretaciones y dentro de todo hacen llevadero este típico blockbuster de medio pelo que suele estrenarse en los primeros meses del año.

Henry Cavill apenas cuenta con una participación limitada pese a que la campaña promocional lo vendió como uno de los protagonistas.

Creo que Argylle va a encontrar una mayor aceptación en ese sector del público menos exigente que le da igual ver una entrega de Misión: Imposible, Rápidos y furiosos o los Transformers de Michael Bay porque entienden que es todo lo mismo. 

En el terreno de la acción Vaughn presenta el peor material de su carrera con algunos momentos que dan vergüenza ajena.

 Las secuencias más decentes aparecen cuando la realización se concentra en situaciones de menor escala como las coreografías de peleas.

En aquellos fragmentos que abraza el estilo de la acción exagerada Argylle es un auténtico mamarracho producto de un CGI berreta que te saca de la película por su artificio.

Hace poco volví a repasar la segunda entrega de Tomb Raider con Angelina Jolie y aunque esa producción tiene 20 años las secuencias de acción de Jan de Bont le pasan el trapo a esta nueva película que envejecerá de un modo horrible con el paso del tiempo.

Los efectos digitales son tan malos que deja la impresión que llegó a los cines sin haber completado su etapa de post-producción.

Al margen de esta cuestión técnica cuesta bastante imaginar una nueva franquicia con estos personajes como tiene la intención de vender el film.

No sólo porque la trama se quedó sin energía en su primera entrega sino que Vaughn no demostró hasta el momento ser un realizador idóneo para gestar continuaciones.

Kingsman comenzó bárbaro con la primera película y después decayó notablemente con los episodios posteriores.

En fin, un tropiezo cinematográfico de un director que está para más y podría ofrecer filmes de mayor calidad.

Me divertí con Argylle, la pasé bien viéndola. Pero al mismo tiempo sentí que ya la había visto.

Y ese es su problema, es un rejunte de James Bond, Misión Imposible y la saga Bourne. Lo único que apenas la diferencia ese el eje narrativo de una autora escribiendo la novela y nosotros los espectadores vemos la historia dentro de la historia o, mejor dicho: la ficción dentro de la ficción.

Y ahí otra clara inspiración (o robo u homenaje), Stranger than fiction (2006).

Más allá de eso -y no quiero que esto sea un spoiler- tanto el póster como el trailer son muy engañosos en lo que consta a quiénes son los verdaderos protagonistas.

O sea, si querés ver a Henry Cavill como agente secreto, será mejor que revistes The Man from Uncle (2015).

Dicho esto, Bryce Dallas Howard, cuya carrera ha virado más hacia la dirección en los últimos años, hace un digno laburo aquí y lleva muy bien toda la película en sus espaldas.

Y siempre es bueno ver a Sam Rockwell en diferentes matices, aquí otro claro ejemplo.

El ya nombrado Cavill da perfecto para el arquetipo y dan más ganas de verlo en situaciones de comedia. Tiene gran talento para ello.

El resto del cast está bien, incluyendo -y resaltando- el cameo de Dua Lipa.

No hay tanto más para decir sobre este estreno. Muchos se están centrando en la especulación de quién es la verdadera autora del libro en cual se basa…

Pero aquí nos ocupamos de la experiencia en la sala de cine, la cual es buena. Pero solo  eso.