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Sicario 2 es una secuela olvidable del gran thriller que hizo Dennis Villeneuve en el 2015, cuya única finalidad es tratar de convencer al público norteamericano que la construcción del muro en la frontera de México es necesaria, para evitar que los latinos se conviertan en futuros criminales o potenciales terroristas.
En realidad ni siquiera es una continuación, ya que no tiene ninguna conexión con la entrega previa, salvo por el hecho que reaparecen los personajes de Benicio del Toro y Josh Brolin.
Por ese motivo este film se puede ver tranquilamente sin necesidad de conocer la producción original.
A la hora de reseñar esta película creo que es necesario dividir los aspectos técnicos del tratamiento que se hace del tema del narcotráfico.
La trama carece de la complejidad que tuvo el trabajo de Villeneuve, ya que fue encarada como una propuesta más pochoclera con el objetivo de crear una nueva franquicia a través del Sicario Universe.
La dirección en este caso corrió por cuenta de Stefano Sollima, hijo del legendario cineasta italiano Sergio Sollima, quien brindó clásicos memorables del spaguetti western (The Big Showdown con Lee Van Cleef) y el policial europeo.
Sollima fue responsable de impulsar la carrera de Charles Bronson como estrella del cine de acción en Cittá Violenta (1970) y en este estreno queda claro que su hijo heredó el talento para filmar buenas secuencias de tiroteos y persecuciones.
En ese punto a Sicario 2 no se le puede objetar nada y tiene algunos momentos intensos muy buenos donde se percibe cierta influencia del cine de Sam Peckinpah en el tratamiento de la violencia.
La labor de Sollima junior es más que correcta en la parte técnica y su película funciona como thriller de acción, gracias a que también supo aprovechar a las figuras del reparto.
La gran debilidad de este film pasa por el decepcionante guión de Taylor Sheridan, quien venía sorprendiendo con la calidad de sus historias.
Mi teoría personal es que este proyecto lo encontró sobrepasado de trabajo y se lo sacó de encima a las apuradas.
Sheridan se destacó con el guión de Hell or High Water, luego brindó otra gran película como director en Wind River y en los últimos meses estuvo ocupado con la serie Yellowstone, con Kevin Costner que se estrenará pronto.
En Sicario 2 se nota que no le puso la misma dedicación y presenta un guión chapucero con exceso de testosterona y un tratamiento irresponsable del problema del narcotráfico.
México es retratado como un país anárquico donde todos son corruptos y cualquiera puede organizar una masacre en zonas residenciales del DF a plena luz el día sin problemas.
En este festival trillado de la exageración la frontera mexicana está completamente dominada por los narcos, quienes contribuyen a que el terrorismo se infiltre en los Estados Unidos.
Inclusive pone la mira en los inmigrantes latinos legales que podrían convertirse en potenciales criminales de acuerdo a una de las subtramas principales del film.
En un momento tan caldeado con este tema en los Estados Unidos este enfoque del conflicto, donde todos los inmigrantes latinos son retratados como una amenaza, no es muy acertado que digamos.
La trama tampoco se mete de lleno con el funcionamiento de los cárteles y la película se ve debilitada con un tercer acto ridículo que tiene más agujeros argumentales que un colador.
El tráiler de Sicario 2 daba a entender que los personajes de Benicio del Toro y Brolin se reunían para desbaratar definitivamente un cártel y eso nunca ocurre, ya que la trama va por otro lado. Es decir que la película que se vende en los avances no es la que después encontrás en el cine.
Por otra parte, varias situaciones que se justifican con coincidencias y situaciones inverosímiles alejan a este film del realismo que había tenido la primera entrega.
Reitero esta cuestión, Sicario 2 no es una mala película y se deja ver pero queda muy opacada por la obra original que fue completamente superior.