B +
Este año Robin Hood cumple 110 años de vigencia en el cine.
Junto con Tarzán y el Rey Arturo integra la trinidad de personajes populares con mayor cantidad de antecedentes en los medios audiovisuales.
Hasta la fecha se hizo de todos con ellos en la pantalla grande, la televisión y el género de animación.
En consecuencia, que el proyecto de Leonardo DiCaprio, en este contexto lograra hacer algo diferente con el justiciero de Sherwood tiene un enorme valor que no se debería ignorar al analizar el film.
Después entran en juego los gustos personales y cada espectador tiene su derecho a no engancharse con la película, pero no se puede desconocer esta cuestión.
La nueva versión de Robin Hood es la obra más original que se hizo con el personaje en los últimos 25 años. La última fue Men in Tights (1993), la brillante sátira musical de Mel Brooks que trabajo este clásico desde una perspectiva diferente.
Las propuestas que vinieron después, como la decepcionante serie de la BBC del 2006 (que tuvo un comienzo bárbaro y terminó de un modo horrendo) y el film de Ridley Scott del 2010 (que tenía sus virtudes) exploraron al héroe en un terreno familiar sin aportarle ningún condimento especial.
DiCaprio delegó la dirección de esta producción en Otto Bathurst, quien no tenía antecedentes en el cine, pero consiguió reconocimiento por su labor en la serie Peaky Blinders, además de realizar el piloto de Black Mirror.
Cuando en el futuro se analice la filmografía de Robin Hood la película de Bathurst quedará como un exponente de la clase de cine pochoclero que se hacía en el momento de su estreno.
También ocurrió con Tarzán y el mito artúrico donde los personajes regresaron a los cines para acomodarse a la corriente en voga de Hollywood.
Un lugar que hoy ocupa el género de superhéroes con infinidades de propuestas en la pantalla grande y la televisión.
El nuevo Hood fue desarrollado por este camino y toma una influencia notable del cómic de DC, Green Arrow, que a su vez estuvo inspirado en el justiciero inglés.
Esto se percibe especialmente en el modo en que la película trabaja la dualidad del héroe (Green Arrow/ Robin Hood) y su álter ego (Oliver Queen/Robin de Locksley). Algo que no tenía antecedentes en la filmografía del personaje.
La idea del noble o millonario que enfrenta las injusticias por el bien de la sociedad es muy propia del cómic y también la vimos en otros personajes como El Zorro, Batman o el Avispón Verde.
Es importante destacar esto porque toda la ambientación de la película se desarrolla en un mundo alternativo de fantasía donde la era medieval se fusiona con elementos de la vida moderna, como los vestuarios y cortes de pelo, que no se rigen por una rigurosidad histórica.
El director Bathurst establece esta cuestión de entrada en la primera secuencia de acción que es muy ingeniosa.
Robin se encuentra en las campañas de las cruzadas y en un momento le ordenan matar a un francotirador árabe. Si a esa escena se le cambian las ballestas por rifles modernos parece una película bélica de la actualidad sobre la guerra de Irak.
A partir de ese momento el film presenta permanentemente analogías de lo que ocurre en la trama con el mundo moderno y eso deriva en la interpretación de Robin Hood más política que se hizo en las últimas décadas.
El modo en que trabaja especialmente la corrupción de la iglesia católica y sus vínculos con lo peor de la política tampoco se había abordado en otras propuestas del personaje de este modo.
Por eso el ensañamiento de la prensa norteamericana con esta película es una estupidez que no tiene sustento.
No está a la altura de las mejores obras que se hicieron con el héroe en el pasado, como la obra maestra con Errol Flynn de 1938, Robin y Marian (1976) o la versión de 1991 con Kevin Costner, pero tiene su personalidad y por sobre todas las cosas nunca se olvida de brindar una aventura de Robin Hood.
Taron Egerton domina con carisma el rol principal, que más allá de la obvia referencia a Green Arrow recuerda esa clase de héroe acrobático que compuso Douglas Fairbanks en el pasado. En esta película está muy bien e integra una buena dupla con Jamie Foxx, quien encarna un personaje parecido al turco Hazeen que compuso Morgan Freeman en el ´91 pero con una historia personal diferente.
Entre los puntos más débiles del film se destaca el tratamiento de los villanos que parecen caricaturas exageradas y no tienen demasiado desarrollo. Tampoco ayudó el casting de Ben Mendelson como el Sheriff de Nottingham, quien ya compuso villanos similares en Star Wars: Rogue One y hace poco en Ready Player One.
El romance entre Robin y Marian tampoco logra destacarse como otras interpretaciones del pasado, pese a la presencia de la bella Eve Hewson, quien tiene una participación más activa en el conflicto.
Lo cierto es que los trailers de esta película no auguraban un buen espectáculo y al final resultó más decente de lo que se esperaba.
Robin Hood es muy entretenida, cuenta con buenas secuencias de acción, y consigue hacer algo diferente con un personaje que desde hace más de un siglo es parte del arte del cine.