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La cordillera brinda la posibilidad de disfrutar a Ricardo Darín en uno de los mejores personajes de su filmografía.
El presidente Hernán Blanco creo que quedará entre los roles más interesantes que compuso para el cine y cuando la película termina te deja con ganas de volver a encontrarlo en otras historias.
El director Santiago Mitre, quien ya había trabajado temáticas políticas en sus trabajos previos (El estudiante y La patota), en este relato aborda el poder de las altas esferas con un thriller que fusiona diversos géneros.
La primera media hora de la trama se desarrolla como una versión argentina de House of Cards, donde vemos los esfuerzos del presidente Blanco y su equipo por fortalecer su gobierno dentro de un contexto internacional.
Mitre hace un gran trabajo a la hora de retratar la intimidad de los políticos y las negociaciones diplomáticas entre los presidentes latinos cuando están alejados de los medios de prensa.
Dentro del cine nacional no hubo filmes que trataran con este nivel de detalles este tema y desde los primeros minutos La cordillera logra ser muy atrapante.
A partir de la presentación del personaje de Dolores Fonzi, quien interpreta a la hija del presidente argentino, el relato se encamina por un terreno más sombrío.
En la segunda mitad de la película el director juega con algunos elementos fantásticos y guiños al cine de terror que evocan por momentos al Roman Polanski de los años ´60.
La cordillera se vuelve rara pero ese cambio desconcertante que tiene el conflicto también genera que la película sea más interesante.
Más allá del gran trabajo que presenta Darín con este personaje, el reparto presenta momentos fabulosos con las interpretaciones de Erica Rivas, Gerardo Romano y Christian Slater, quien con una breve participación ofrece una de las mejores escenas del film.
Mi única objeción con esta producción pasa por el guión que a mi entender se excede con la ambigüedad que plantea la historia y su resolución.
Siempre es bienvenido en el cine cuando un director no le sirve en bandeja todo el conflicto a los espectadores y el final permite que tenga distintas interpretaciones.
Inception, de Chistopher Nolan, es un gran ejemplo de esta cuestión por la manera en que el director construyó el relato.
Por el contrario, La cordillera deja demasiadas incógnitas abiertas sobre el personaje de Darín y el misterio de la trama que no tienen respuestas, algo que resulta un poco decepcionante.
Sobre todo por el hecho que el film tampoco ofrece pistas claras para entender algunas acciones claves que toman los protagonistas. Todo queda en el terreno de la especulación debido a que el guión aborda superficialmente estas cuestiones.
Más allá de este detalle, que se solucionaba con una pulida del argumento, el director Santiago Mitre ofrece un muy buen thriller que aprovecha a cada miembro del reparto internacional con un sólido entretenimiento.