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“Se me ha perdido un corazón, si alguien lo tiene por favor que lo devuelva”, pegadiza frase de uno de los hits de la cantante Gilda que no puedo dejar de tararear desde que vi la película hace ya más de una semana así como tampoco puedo dejar de repetir algunas de sus escenas en mi mente.
Gilda, no me arrepiento de este amor es sin duda alguna la mejor biopic del cine argentino y no tiene nada que envidiarle a producciones de Hollywood sobre los mismos temas.
El film logra que el espectador se sumerja en la vida de la protagonista con todo lo que ello implica: miedos, sueños, frustraciones y anhelos, desde sus comienzos hasta su trágica muerte.
Tal vez el principio resulta un poco lento pero una vez que la cinta encuentra su sintonía no querés que termine nunca y gran motivo tiene nombre y apellido: Natalia Oreiro.
Odio los clichés y las frases hechas para escribir pero me veo obligado a redactar uno porque es una verdad absoluta y es que nació para interpretar este papel.
Su personificación no solo es perfecta desde un punto de vista de composición sino que también genera un magnetismo pocas veces visto, a tal punto que cuando canta da la sensación que la pantalla se enciende y brilla aún más.
Lo que hace la actriz tiene muy pocos precedentes en nuestro país, tal vez alguna figura política levada al cine, y que sea sobre alguien tan popular e incluso mítico causa empatía inmediata.
Me animo a decir que incluso logra re significar la letra y melodías de las canciones para un público que no las había consumido más allá de noches de boliche o un casamiento.
El resto del elenco está muy bien pero destaco a Ángela Torres quien te deja con ganas de ver más de ella como Gilda joven y también con ganas de verla a ella en cine; y a Javier Drolas como el músico que descubre a la cantante y que se enamora.
La directora Lorena Muñoz dirige su primer largometraje de ficción con gran habilidad y junto al equipo de producción logra maximizar todos los recursos que tuvieron disponibles para que el film parezca de una envergadura mayor a la real y un ejemplo de esto son algunos de los recitales donde nos hacen creer (de forma muy convincente) que había multitudes cuando en realidad contaban solo con un puñado de extras.
La fotografía está bien pero le falta un poco de vuelo para despegarse de planos y angulaciones muy convencionales. Creo que con un estilo un poco más jugado desde la puesta el film sería aún más grandioso y por lo tanto imparable.
Una minuciosa reconstrucción y gran respeto por la vida, obra y mitos de quien fue la abanderada de la música popular argentina le dan el sello necesario para colocar este estreno en el podio argentino de 2016 peleando el primer puesto.