De esos documentales que valen la pena no sólo por el personaje al que rastrean, sino también por el momento que capturan. El Picasso de Persia fue un pintor provocador e irreverente, homosexual confeso y desencantado con Irán, aún antes que la Revolución de los Ayatollahs se llevase a cabo. Sin embargo, trabajó muchísimo para la corte del Shah. Mohassess se muestra como un mandón encantador, enemigo de la visibilización de los homosexuales, que le ordena a la directora cómo rodar su documental. Aunque le encanta el dinero, tiene un compromiso tan fuerte con su obra que prefiere destruirla a dejarla en manos equivocadas. El final de su vida también forma parte del documental.