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En los últimos años el cine de Alejandro González Iñárritu perdió su frescura y las historias que presentó se estancaron en fórmulas argumentales con las que el realizador se sentía muy cómodo.
Aunque no hay trabajos mediocres en su filmografía, las propuestas que ofrecía en un momento dejaron de sorprender.
Cuando te sentabas en el cine a ver uno de sus filmes, ya sabías que te ibas a encontrar con los personajes más atormentados que se concibieron en la historia de la ficción y que a lo largo de dos horas iban a sufrir todas y cada una de las desgracias que podría experimentar un ser humano en una vida.
En sus relatos no había salvación posible ni esperanza y el mundo en el que se desenvolvían los protagonistas era completamente desolador.
Aparentemente el propio Iñárritu también se cansó de hacer este tipo de películas y para su siguiente proyecto creó una obra radicalmente diferente a todo lo que había hecho en su carrera.
Esta vez abandonó su zona de confort creativa, que eran los dramas intensos, y buscó un nuevo desafío.
El resultado fue Birdman, una de las películas más complejas y apasionantes de su carrera. Una propuesta que no sólo se disfruta por el conflicto que propone, sino que además sorprende por el trabajo que tuvo en su realización.
Un actor que en los años ´90 fue famoso por una serie de películas pochocleras intenta recuperar la gloria perdida con una obra de teatro en Broadway.
Con esa premisa tan sencilla Iñárritu desarrolla un film absorbente que trae de regreso en la pantalla grande al mejor Michael Keaton de los últimos años.
Un artista maravilloso que brindó películas fabulosas en las décadas del ´80 y ´90 y que en los últimos años su trabajo estuvo concentrado en producciones independientes que no llegaban a los cines y papeles secundarios en proyectos familiares de Disney.
Riggan Thompson quedará en el recuerdo como uno de los mejores papeles de su carrera, donde pudo fusionar en un mismo rol su talento para el drama y la comedia.
Una particularidad tan interesante de esta película es que tanto la trama como la escena final pueden tener diversas lecturas y plantea discusiones interesantes a la salida del cine.
En mi caso vi a esta historia como un gran cuento sobre los conflictos internos que genera un ego desequilibrado.
En la primera escena vemos que Riggan Thompson intenta seguir un camino más espiritual con la práctica de meditación e imágenes de Buda en su camarín, sin embargo, es un hombre que no puede estar en paz consigo mismo porque su ego, representado en la figura de Birdman, es más fuerte que él y lo domina por completo.
Me pareció muy interesante como el film trabaja este tema a través de los distintos personajes que sufren con mayor o menor intensidad el mismo problema.
Todos los individuos que aparecen en esta historia están tan centrados en sí mismos que tienen una incapacidad absoluta para conectarse sanamente con otras personas y el mundo que los rodea.
La batalla constante con el ego es un tema apasionante y este film lo abordó muy bien sin tomarse todo tan serio, que es algo que le faltaba al cine de Iñárritu.
En este proyecto el director jugó más con el humor y ofrece momentos fabulosos, donde sobresalen especialmente las escenas que comparten Keaton con Edward Norton.
Más allá de los temas interesantes que plantea el film y el trabajo de los actores, donde se destaca también una excelente Emma Stone, el visionado de Birdman se convierte en una experiencia fascinante por el trabajo que tuvo en la realización.
Iñárritu narró a la historia con varias tomas extensas que generan la ilusión que toda la acción se desarrolló en un plano secuencia.
Originalmente el realizador mexicano quería hacer el film en una sola toma, pero luego cambió de idea cuando se dio cuenta que el rodaje iba a ser un infierno.
Cabe destacar con nombre y apellido la labor de los editores, Douglas Crise y Stephen Mirrione, quienes hicieron una tarea brillante a la hora de realizar las transiciones adecuadas entre los distintos planos secuencia.
Tambien jugó un papel clave la fotografía de Emanuel Lubezki que debía ser muy precisa para evitar que las distintas escenas no quedaran desarticuladas desde la estética y se mantuviera la ilusión de la toma única.
La verdad que el trabajo que tiene Birdman detrás de las cámaras es realmente impresionante y si sos fan del plano secuencia va a tener ganas de ver este film varias veces en el cine.
Si hubiera que objetarle algo a este trabajo de Alejandro Iñárritu es que la crítica que presenta la película sobre la industria de Hollywood cae en cierto discurso pretencioso donde queda la sensación que los guionistas y el director también fueron víctimas de sus "Birdmans" interiores.
Por momentos el mensaje que expresa el cineasta mexicano es "todo el cine de Hollywood es una mierda, menos lo que yo hago que es el verdadero arte."
Sin embargo, me quedó la duda si esto no habrá sido también parte de la sátira que propone el film sobre el mundo del espectáculo en la que los propios realizadores también terminaron incluidos.
Iñárritu es un artista demasiado inteligente como para caer en ese tipo de pensamiento limitado.
No sé si Birdman será disfrutada por todos los públicos, pero para muchos cinéfilos apasionados por este arte creo es una propuesta fascinante que no deberían dejar pasar en el cine.
El Dato Loco:
Michael Keaton comentó en una entrevista que junto a Edward Norton armaron una lista con los actores que cometían errores en los numerosos planos secuencia del director.
Al final del rodaje quedaron los siguientes resultados.
Emma Stone fue la artista que más tomas arruinó durante la filmación, mientras que Zack Galifianakis se destacó como el actor que menos errores cometió.