Es febrero cuando las casi 60 mujeres que integran el Ballet 40/90 se reúnen para comenzar a trabajar. Les espera 8 meses de duros ensayos. El grupo está integrado por amas de casa, empleadas, psicólogas, maestras, comerciantes. Las hay casadas, solteras, viudas y divorciadas. La más joven tiene 47 años, la mayor 81, y salvo una, ninguna de ellas ha bailado jamás de manera profesional. Con 87 años a cuestas llega Elsa, la directora del Ballet. Esta genial e hiperactiva mujer de pelo blanco y bastón es la responsable de pensar las coreografías, de adaptar las músicas, de diseñar el vestuario y la iluminación entre muchas cosas más. Los ensayos se suceden en busca de la perfección. Cada paso, mano y gesto debe coincidir exactamente con el que Elsa ha diseñado. Una, cien, mil repeticiones hasta lograrlo. Chachacha, música clásica y hasta una marcha militar son algunos de los 20 géneros musicales elegidos para conformar el espectáculo de este año. Las coreografías van tomando forma. Llega la noche de estreno. Los camerinos parecen un hormiguero. Zapatos, vestidos y pestañas postizas por doquier. “¡Al escenario!” grita una. 58 maravillosas mujeres se toman de la mano sobre las tablas del Teatro Empire. Elsa da las últimas indicaciones. Se desean "mucha, mucha merde". Se da sala. El espectáculo comienza.