B +
Tenemos que hablar sobre Kevin es uno de los filmes más perturbadores e interesantes que se estrenaron en el último tiempo.
Se trata de un viaje por el lado oscuro de la mente humana que ofrece una experiencia mucho más aterradora que los decadentes filmes de horror que pudimos ver en el cine recientemente.
La directora Lynne Ramsay, quien se destacó en la producción independiente, con su loca película Morven Callar (estrenada en Argentina hace unos años) en este caso brinda un fascinante estudio sobre los orígenes de un asesino serial con un enfoque narrativo muy interesante.
Ramsay construye la historia como si se tratara de un rompecabezas, donde brinda las distintas piezas como escenas fragmentadas que representan los recuerdos de la protagonista.
Lo que en un principio parece algo caótico, a lo largo del film, cuando empezamos a conocer los detalles de la vida de Kevin y su familia, luego todo cobra más sentido.
De haber tenido una edición lineal la experiencia de ver este film me parece que no hubiera sido la misma.
La historia está basada en la novela homónima de Lionel Schriver, que sobresalió en su momento por la manera en que encaró esta temática.
Tenemos que hablar sobre Kevin va más allá de los crímenes que cometió un psicópata, ya que la película se centra en otras cuestiones como la responsabilidad de la maternidad, el rol de los padres y su influencia en el desarrollo de sus hijos y la interrelación entre ellos en la vida cotidiana.
La gran paradoja del título es que nadie jamás habló sobre Kevin y a la larga su destino tuvo mucho que ver con eso.
Uno de los aspectos notables del trabajo de la directora Ramsay es que su narración no se detiene a juzgar a los familiares o la educación que le dieron al chico, sino que nos conduce a modo de viaje voyeur por los hechos que desencadenaron el horror.
Todo esto es narrado desde la psiquis de la madre del asesino, interpretada por una tremenda Tilda Swinton, que compone a una mujer muerta en vida.
Los tres actores que interpretan a Kevin, en distintas etapas de la historia, son increíbles, especialmente Ezra Miller, quien encarna al protagonista en su adolescencia, y se nota también en este aspecto el gran trabajo de dirección.
La verdad que no vas a salir con un sonrisa del cine, porque la experiencia que ofrece la película es perturbadora, pero es una propuesta que permite reflexionar sobre varias cuestiones que afectan a la sociedad que vivimos y eso es mucho más de lo que brindan otros estrenos.