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Christopher Nolan logró con su trilogía de Batman algo que no es habitual en este género y es superar con su trabajo cada entrega que desarrolló.
El caballero de la noche asciende queda en la historia de las adaptaciones de cómics como una de las grandes películas épicas que se hicieron con el género de superhéroes.
Esta es la gran conclusión de esta interpretación que tuvo el personaje, cuya máxima virtud es que no importa que tan fanático seas de Batman y cuántas historietas hayas leído, hacia el final vas a estar totalmente hipnotizado frente a la pantalla por el suspenso de la trama y después te vas a emocionar.
Ahí encontramos uno de los puntos fuertes del film.
Nolan logró con unos creativos giros argumentales capturar la atención de los fans hasta el final con una película que trasciende principalmente por su guión y las interpretaciones de los protagonistas.
Algo muy raro de encontrar en el cine hollywoodense de estos días donde la apuesta por lo general está más concentrada en los efectos visuales y los despliegues de pirotecnia.
Por supuesto que hay grandes secuencias de acción y persecuciones, pero ese no es el fuerte de este Batman.
El caballero de la noche asciende va por otro lado.
En lo personal me pareció brillante lo que hicieron con el guión porque combinaron a la perfección dos célebres arcos argumentales de los cómics como las sagas de “Knigthfall” (en la que surgió Bane y le rompía la espalda a Bruce Wayne) y “No Man´s Land” que puso en jaque la existencia de Ciudad Gótica.
De esta última trama lo que tomaron es el concepto de una Gótica sumergida en el caos y la destrucción. No hay terremotos, sino que el conflicto se encamina en otra dirección.
Esa es otra genialidad del film, porque tomaron elementos de esas historias y los adaptaron a la visión y el universo de ficción que creó Nolan. En consecuencia, podés disfrutar todas estas cosas conocidas de la historieta en el cine desde un enfoque completamente distinto.
Una visión que no distorsiona con estupideces a estos personajes como ocurrió en el pasado con el infame Joel Schumacher, sino que está en perfecta sintonía con el espíritu que tuvieron estas creaciones en los cómics.
Esto me lleva a destacar mis dos elementos favoritos de este estreno que quiero mencionar.
Bane.
El trabajo de Tom Hardy es maravilloso. No sólo por su notable transformación física, sino por lo que hace con su interpretación. Más allá de los cambios en su origen que pueda tener Bane, este es el verdadero villano psicópata de la historieta. De alguna manera redimió con creces el mamarracho que presentó Schumacher en Batman y Robin donde este sujeto se limitaba a ser un forzudo tonto.
Por otra parte, la película brinda una redención soberbia de otro memorable personaje que fue históricamente vapuleado por la ignorancia de mucha gente.
Esto es complicado de tratar porque no quiero adelantar cosas de la trama, pero tampoco lo puedo dejar pasar.
Digamos que se trata de una referencia sorpresa que sumaron de manera creativa y original en este film. Me pareció brillante. Más adelante voy a desarrollar esto en mi blog, ya que merece una mención aparte y dispara una nota interesante.
Cambio de tema.
Entre las incorporaciones también se destaca Anne Hathaway con una muy buena interpretación de Gatúbela que tiene poco que ver con la versión de Michelle Pfeiffer en Batman Vuelve. En lo personal, creo que la Selina Kyle de Hathaway está más cercana al personaje de los cómics.
Lo cierto es que la narración de Nolan es tan sólida que los 165 minutos de duración no se sienten en el cine porque trabajó con un gran argumento que mantiene el conflicto en constante tensión y suspenso. Esta idea de culminar la trama con una gran guerra urbana en Ciudad Gótica es extraordinaria.
El próximo director que trabaje con Batman no va a tener una tarea sencilla porque estos filmes son difíciles de superar y ya hicieron historia dentro de la extensa mitología de este personaje.
Uno de la mejores películas del 2012.
Hugo Zapata
El Dato Loco:
A lo largo de la trilogía de Batman Christopher Nolan rescató del olvido a grandes actores que por distintos motivos dejaron de aparecer en las salas de cine.
En la primera entrega lo hizo con Rutger Hauer y en la continuación con Eric Roberts.
Esta vez le tocó el turno a Matthew Modine. Un actor que en su momento fue una de las figuras más prometedoras del cine norteamericano en los años ´80 y ´90. Modine trascendió por su labor en filmes reconocidos como Memphis Belle, Full Metal Jacket (de Stanley Kubrick), Birdy (Alan Parker), Casada con la Mafia (Jonathan Demme), Vidas Cruzadas y Desechos (de Robert Altman), además de Un domingo cualquiera (Oliver Stone). Por no mencionar a clásicos del video club como El inquilino, junto a Michael Keaton.
Sin embargo, en la última década su carrera decayó bastante y Modine trabajó en muchos filmes independientes que no tuvieron repercusión, además de pequeños roles en series de televisión.
Nolan es el primer director que lo convoca en muchos años para una película importante, donde interpreta a un detective de la policía de Ciudad Gótica.