El día de la muerte de Juan Domingo Perón, el soldado Alfredo Alvarez se entera que sorpresivamente ha fallecido su padre. En el curso del velorio, Alfredo y su familia serán involuntarios prisioneros de una organización de izquierda peronista que planea utilizar el cadáver del muerto para sustituir al de Perón, como parte de un intento delirante por tomar el poder.
En esa situación de encierro, se sucederán hechos trágicos y cómicos. Tanto prisioneros como carceleros, serán víctimas de sus prejuicios ideológicos y personales, filtrados a través de los discursos en la década del 70.