La nueva película del director Jay Roach (Austin Powers) propone una remake insípida  de La guerra de los Roses, una de las comedias más populares que se estrenaron a fines de los años ´80 con Michael Douglas y Kathleen Turner.

La obra de Danny DeVito fue muy exitosa en su momento y con el paso del tiempo se convirtió en uno de los clásicos más celebrados de ese período.

La versión de Roach adapta en la actualidad el concepto de la novela original de Warren Adler con Benedict Cumberbtach, Olivia Colman y un reparto secundario desdibujado que incluye a Andy Sandberg (Popstar), Allison Janney (The West Wing) y la siempre infumable Kate McKinnon, quien hace lo mismo en todas sus películas.

La trama, centrada en el caótico proceso de divorcio de un matrimonio, mantiene el conflicto original, con la diferencia de que ahora se ambienta en California (antes era en Washington) y actualiza las dinámicas de género y los roles profesionales de los personajes principales.

Roach juega con el doble sentido del humor británico pero en términos generales su versión no queda bien parada frente a la producción anterior debido a dos grandes debilidades.

En primer lugar es imposible comprar a Cumberbatch y Colman como un matrimonio porque parecen  una pareja de hermanos. 

Pese a que reman con mucha dignidad el material que les brinda el guión e inclusive aportan un par de momentos divertidos, la dupla carece de la química que tuvieron los Roses en 1989. 

Por otra parte, el director comete la torpeza de emular el estilo de humor negro que le imprimió el genio de DeVitto a la original y no sale bien parado, ya que su labor resulta liviana y simplona.

La versión previa fue mucho más ácida y zarpada a la hora de explorar la relaciones tóxicas de pareja y no en vano obtuvo estatus de clásico con el paso del tiempo.

Quienes desconocían esta propuesta tal vez la disfruten un poco más al tratarse del primer contacto con la historia de Adler, sin embargo para el resto del público no hay grandes novedades.

Al no aportar nada relevante ni creativo en la reinterpretación de la novela, la obra de Roach se siente innecesaria y evidencia la falta de ideas que prima en el cine hollywoodense actual.