En 2016 Disney retomó con Zootopia las propuestas de aventuras vinculadas al género policial, que en el pasado ofrecieron gemas inolvidables como Policías y ratones (1982) y la subestimada serie Bonkers (1993), heredera espiritual de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?

La obra de Byron Howard y Rich Moore superó la recaudación del billón de dólares y obtuvo un cuestionado Oscar a Mejor Película de Animación. No son pocos quienes creen que la estatuilla se la merecía Kubo and the Two Strings, de la productora Laika.

La demorada e inevitable continuación de esta propuesta presenta un sólido film que Disney necesitaba con desesperación luego de numerosos fracasos.

La mayor virtud de esta entrega es que corrige la gran debilidad del film original relacionada con el comentario social.
Si bien el mensaje en contra de la discriminación tenía buenas intenciones, la ejecución fue deplorable. Era el típico caso donde la moraleja se imponía por la fuerza, como si la lección de corrección política fuera más importante que los personajes o la aventura.

Después de varios fracasos comerciales consecutivos —como Buzz Lightyear, Wish, Un mundo extraño y el bodrio mundano de Encanto— en Disney entendieron que el cine no debería ser un sermón para impulsar agendas.

Zootopia 2 presenta un conflicto relacionado con la tolerancia y la identidad, trabajado de un modo más orgánico y sin la intención de forzar el comentario social en la audiencia.
Como resultado, la propuesta es mucho más entretenida y logra explotar con mayor soltura la química entre Judy, la coneja policía, y Nick, el zorro.

Por otra parte, el film maneja muy bien el paso del tiempo. Desde el estreno original pasaron nueve años y hoy existe una generación de niños que no habían nacido cuando estos personajes debutaron en el cine.
La nueva producción resume con agilidad la relación de los protagonistas, por lo que podés disfrutar la trama aunque no hayas visto la película anterior.

Una particularidad del contenido humorístico es que presenta un tono más autoreferencial, al estilo de la vieja serie Bonkers, con chistes vinculados a filmes y personajes populares del estudio.

La intriga policial consigue ser amena y aunque el final resulta un poquito predecible contribuye a expandir el lore de Zootopia y sus residentes.

Luego de los créditos finales hay una escena adicional que prepara el terreno para una futura continuación. Esperemos que esta vez no tarde tantos años en concretarse.

En resumen, Zootopia 2 queda lejos de la jerarquía artística de Policías y ratones, pero ofrece una continuación entretenida que puede ser disfrutada por públicos de todas las edades.

Ocho años después, vuelve Zootopia y la buena noticia es que funciona. Disney entrega una buddy cop animada con un buen timing cómico.

Judy Hopps y Nick Wilde —ya socios oficiales en la fuerza— siguen siendo el corazón de la franquicia y meten humor en cada escena. Algunas veces ese humor entra mejor que otras, hablando para un público adulto, claro.

Hay personajes nuevos, pero los que se roban la pantalla son los viejos conocidos. El regreso del señor Big y Flash, el perezoso favorito de todo el mundo. Sin duda son lo mejor de la película.

El único “pero”: con 1h48m, la última parte se estira un poco con explicaciones que ya entendimos. Aunque para los chicos puede estar bien, pero depende de la edad también se pueden aburrir.

En definitiva, Zootopia 2 es muy graciosa. Y no por chistes adultos escondidos, sino por situaciones cotidianas que cualquiera reconoce: mensajes de padres intensos, guiños a películas famosas versión zoológica y personajes a los cuales ya se le ha tomado cariño.

Tenemos Zootopia para rato.