Otro viernes de locos consolida el regreso de Lindsay Lohan a Hollywood, tras una década complicada marcada por escándalos mediáticos y adicciones que afectaron su carrera.

Hace unos años volvió a cobrar notoriedad con una película navideña de Netflix (Falling for Christmas) y la secuela del éxito de Disney del 2003 la ayudó a reinsertarse en el circuito de los grandes estudios.

La química con Jamie Lee Curtis sigue intacta y resulta el mayor atractivo de esta propuesta que retoma la vida de la protagonista en la adultez.

En esta oportunidad Anna Coleman es madre de una hija adolescente y además tiene una hijastra de su nuevo novio con quien planea casarse.

El concepto del intercambio de cuerpos se amplía en esta oportunidad a las nuevas generaciones, en una comedia de enredos que por momentos resulta un poco caótica cuando se produce el fenómeno mágico.

Los vestuarios ayudan a que se pueda identificar a cada personaje con facilidad pero queda la impresión que desarrollaron un guión más rebuscado de lo necesario.

La directora Nisha Ganatra (High Note) utiliza el concepto de la obra original para explorar las dinámicas de las familias ensambladas dentro de un espectáculo que juega también con la inevitable explotación de la nostalgia.

No todos los chistes funcionan, de hecho los más divertidos recién aparecen en el segmento de los bloopers, sin embargo la dupla de Lindsay con Jamie Lee Curtis consigue que la propuesta resulte llevadera.

Sobre todo por el hecho que los nuevos personajes secundarios no son muy atractivos y la película se debilita cuando la atención del relato no se concentra en las protagonistas.

Pese a todo Ganatra consigue presentar una comedia decente que será más apreciada por los fans de la entrega previa, para el resto es una opción que se puede delegar a la plataforma de streaming de Disney.