La vida de Claudio y Marcela se altera cuando viajan a la casa familiar que heredaron de sus padres, para iniciar la construcción de un hotel boutique. Allí se encuentran con Ramón, el viejo y querido casero que los conoce desde la infancia, instalado y usufructuando la casa. Mientras ellos se debaten sobre cómo deshacerse de Ramón, él no tiene ninguna intención de dejar la casa, que también siente que es su hogar.