Olivia de Havilland cumplió 104 años
lLa última sobreviviente legendaria de la Era Dorada de Hollywood.
En el día de ayer Olivia de Havilland cumplió 104 años en su residencia de París y de ese modo se convirtió en la última sobreviviente legendaria de la Era Dorada de Hollywood.
Si bien quedan otras siete figuras vivas de ese período (Norman Lloyd, Marsha Hunt, Elizabeth Waldo, Dusty Anderson, Caren Marsh Doll, Nehemiah Persoff y Marge Champion) dentro de este grupo la actriz japonesa es la más importante de todas por la chapa de su filmografía.
Olivia nació en Tokio el 1 de julio de 1916 y se desarrolló como artista en una época inolvidable de la historia del cine donde fue parte de películas que hoy son clásicos esenciales de la producción norteamericana.
Sus trabajos incluyen títulos como Capitan Blood (1935), Las aventuras de Robin Hood (1938), Lo que el viento se llevó (1939), To Each His Own (1946), trabajo por el que ganaría su primer Oscar, The Snake Pit (1948) y The Heiress (1949). En el medio sobresalieron todas esas colaboraciones inolvidables con Errol Flynn, que representó su pareja más recordada en la ficción.
No obstante, la mayor contribución la brindó al cambiar la historia de Hollywood para siempre cuando terminó con el sistema de esclavitud que tenìan los estudios con los artistas.
LA LEY DE HAVILLAND
Como se mostró muy bien en la biografía Judy (con Renée Zellweger) durante la Era Dorada del cine norteamericano los artistas eran títeres de los directivos de los grandes estudios.
Ellos decidían como debían vestirse, las películas y personajes en las que tenían que trabajar, los eventos sociales a los que debían asistir y inclusive las pareja que debían tener.
Si era necesario inclusive se las inventaba con la ayuda de medios periodísticos pagos.
El que no aceptaba las reglas, no trabajaba o era suspendido y eso signficaba quedarse sin un sueldo, además de no poder ejercer la profesión en otra parte. "Estar en contrato con la Warner era como cumplir una condena en Alcatraz", describió alguna vez el actor George Raft, quien al igual que muchos colegas creían que Hollywood era una cárcel de lujo.
Cuando una estrella como Olivia empezaba a cobrar notoriedad Jack Warner entonces le ofrecía papeles menores donde no podían sobresalir y que los artistas tampoco podía rechazar, con el fin de mantener un control absoluto sobre ellos.
Tal vez algún día aparezca un realizador o realizadora con agallas que se anime a hacer una película sobre el lado oscuro de la Warner y otras compañía del período.
Olivia de Havilland fue la única figura que se animó a desafiar el sistema y sus acciones cambiaron la historia de Hollywood para siempre.
Cansada que Warner la estancara en el rol de la chica ingenua que se desempeñaba como un florero decorativo en las películas y no le permitía desarrollar sus capacidades, la artista decidió enfrentar al poderoso ejecutivo.
El conflicto se inició cuando el "contrató de esclavitud" de Olivia llegó a su fin tras siete años y Warner se lo extendió seis meses más por el tiempo que había sumado con las suspensiones.
Penalidades que tal vez tenían que ver con estupideces, como negarse a asistir a un evento o aparecer en un romance inventado con otro colega.
La artista descubrió que la leyes de California estipulaban que ningún patrón podía mantener a un empleado bajo contrato durante siete años y decidió demandar al estudio.
El caso llegó a la Corte Suprema de California y de ese modo se inició el histórico juicio De Havilland Vs.Warner Bros que se desarrollaría entre 1943 y 1946.
Durante ese período Olivia no tuvo ingresos económicos ni pudo trabajar con ninguna compañía, mientras intentaba demostrar en la Justicia que el estudio no respetaba la ley y se desempeñaba con un sistema que rozaba la esclavitud.
En Warner utilizaron todos los recursos posibles para destruir la imagen de la actriz al retratarla como una desagradecida que se comportaba como una estrella caprichosa.
La campaña sucia no funcionó y la corte falló a favor de Olivia.
Aunque Warner luego apeló, la Corte Suprema rechazó la acción del estudio se mantuvo firme con el primer veredicto.
De ese modo nació la Ley de Havilland que sentó jurisprudencia en la materia y cambió para siempre la vida profesional de todos los artistas de Hollywood.
Olivia se jugó la carrera en la lucha contra una corporación y su victoria le dio una mayor libertad a ella y todos sus colegas.
Tras su regreso al cine hizo cuatro películas con diferentes estudios, entre ellas una joya memorable como The Dark Mirrror (1946), que influenciaría el subgénero del giallo italiano, que a su vez definiría el slasher de los años ´80.
Al trabajar en personajes más jugados se despegó por completo de la imagen de la chica ingenua en que la había estancado Warner.
En 1946, poco después del juicio obtuvo el Oscar a la Mejor Actriz por To Each His Own y en 1949 la segunda estatuilla por The Heiress, ambas de Paramount.
Además del pleito judicial De Havilland fue parte de rivalidades memorables con su hermana, la actriz Joan Fontaine, y Bette Davis, quien eventualmente se convirtió en una amiga intima.
Todo ese conventillo fue recreado hace un tiempo en ese mamarracho sensacionalista que fue la serie Feud, con Jessica Lange y Catherine Zeta Jones, que distorsionó estos hechos con fines comerciales.
La actriz intentó demandar a los productores de la compañía por el modo en que la representaron en la ficción pero la Justicia desestimó su denuncia.
Desde mediados de los años ´ 50 Olivia de Havilland reside en París y sus películas todavía son una apuesta segura a la hora de disfrutar grandes clásicos del cine.