El día que Hollywood se quedó sin ideas
Nota de Matias Lértora
Hace unos meses circularon unos cuantos memes que hacían referencia a “¿En que año estamos?”. Porque teníamos una cartelera con Jumanji, Toy Story, Hombres de Negro, Godzilla, Aladdin, entre otros.
Y si bien no fue novedad, volvió a abrir un buen debate: ¿Acaso Hollywood se ha quedado sin ideas?
La respuesta a esa interrogante arroja una ambigüedad porque por un lado la fuerza creativa no ha disminuido, pero también es cierto que los grandes Estudios no apuestan a nada que no sea una franquicia pre-existente ya sea en comics, libros, tv o una película del pasado.
Las excepciones a esta regla han fracasado, tal como sucedió con John Carter (2012), Peter Pan (2015) o Mi buen amigo gigante (2016). Todos ejemplos basados en viejos best Sellers, por lo que ni siquiera fueron ideas originales.
Vivimos en un mundo en el cual el negocio ha cambiado. Porque si bien los números de venta de entradas al cine a nivel mundial no han disminuido, hay que destacar que esa torta se divide en pocas porciones.
O sea, son menos los títulos que se estrenan y estos ocupan la gran mayoría de las salas no dando espacio para otras alternativas y otras propuestas. Todo esto sucede en un contexto de crecimiento de las plataformas de streaming, lo que propició la gran paradoja del año pasado: Martín Scorsese no encontró financiamiento para su película de gran presupuesto y la terminó haciendo (y estrenando) vía Netflix.
Que este maestro no haya podido conseguir los medios económicos para la producción habla mucho de la actualidad de la industria. Amén de sus dichos (muy ciertos) sobre las películas de Marvel y todo el circo que los medios hicieron alrededor.
Asimismo, otros directores se han manifestado al respecto de esta crisis de ideas. Tal es el caso de Paul Verhoeven quien dijo: “Si eliminás todas las ideas originales, como hicieron con los remakes de RoboCop y Total Recall, estarías eliminando toda la ambigüedad, la sátira y la ironía. Creen que las audiencias son tan estúpidas que no pueden manejar algo nuevo”.
El planteo que hace es interesante. ¿Acaso el público se ha vuelto perezoso y tonto? Pues claro que no. Pero ya no se desafía al espectador.
Cuesta mucho que el público adulto vaya al cine a ver, justamente, una película para adultos. Por ello Joker hizo todo ese ruido. No sólo por ser buena película sino por desafiar al espectador que está acostumbrado a cierto tipo de películas, a ver algo que ya no se hace a gran escala y mucho menos en el género de superhéroes.
Lo triste es que hoy en día Taxi Driver (1976), película que cito no por casualidad sino por su emparentamiento con Joker, no podría estrenarse en el cine. Lo mismo con un montón de clásicos.
Pero en cuanto a películas “más populares” y para un público más amplio, ahí también hay una gran diferencia, tal vez la más notable. Para ejemplificarlo tomemos como referencia la década del ´80 por lo fructíferos que fueron esos años en cuanto a lanzamientos de cultura pop, ya sea con Star Wars, Indiana Jones, Volver al Futuro, Gremlins, Willow, ET, por solo citar algunos títulos.
Hoy en día es todo superhéroes remakes y reboots de aquellas glorias. Lo mismo, pero con un twist. Pero no mejor.
La última década, pero por sobre todo los últimos cinco años, fueron de cambios tremendos en el negocio y hay muchas teorías sobre hacia donde virará. Mientras tanto los números y estadísticas están a la vista y de ahí podemos leer que los estrenos no son originales.
Que esto cambie dependerá del hambre del público para hacerle entender a quién le da de comer que quiere otro menú. Pero no pasará en el corto plazo.
Nos tocó a nosotros vivir este proceso.
Seguiremos atentos…
Matías Lértora