En el clásico cuento de H.P.Lovecraft, “El horror de Dunwinch” se menciona que uno de los ejemplares del Necronomicón, uno de los libros más peligrosos que existen sobre el ocultismo (y que tantos problemas le ocasionó al idiota de Ash en la saga Evil Dead) se encuentra en la Universidad de Buenos Aires.

Luego el autor destacó en el relato “Historia del Necronomicón” que una copia original de infame obra se ubicaba en la Biblioteca Nacional de Argentina.

De acuerdo a la leyenda urbana Jorge Luis Borges, cuando fue director de la Biblioteca, creó una ficha del libro y se encargó de protegerlo para que no cayera en las manos equivocadas.

A partir de esta premisa el director Marcelo Schapces intentó construir una película de terror que no termina de convencer demasiado.

La idea es buena y se nota que hubo un esfuerzo del cineasta por trasladar los elementos oscuros del arte de Lovecraft con respeto pero su ejecución resultó problemática.

Salvo por el protagonista, un bibliotecario que interpreta Diego Velázquez, todos los personajes se expresan en clave de acertijos como si se tratara de un episodio de Scooby Doo y eso genera una distancia para conectarse con el relato porque no resulta creíble.

La estética de cómic que le dieron al film está bien lograda y Schapces aprovecha muy bien las locaciones reales de la Biblioteca Nacional, pero el argumento resulta confuso y hay varios personajes que aparecen en el conflicto sin una justificación definida.

Lo que ocurre con Necronomicón es que tiene ideas interesantes para brindar una película atractiva, pero la falta de intensidad con la que se abordó el suspenso y las situaciones de horror la terminan por convertir en una obra genérica.

No es para nada una película mala pero se queda a mitad de camino al no explotar el potencial que tenía la premisa de la historia.